Lima, Agencias

Jean Baptiste Grenouille, el protagonista de «El perfume», de Patrick Süskind, mataba a sus víctimas para extraer su perfume y elaborar así el más maravilloso de los aromas. La técnica para arrebatar la esencia de sus víctimas no era muy distinta a la que, si son ciertas las sospechas de la Policía peruana, utilizaba una banda de delincuentes andinos a quienes se atribuye unos 200 asesinatos con el fin de extraer grasa humana de sus víctimas. La grasa se utilizaba posteriormente en Europa para elaborar cosméticos.

La banda ya es conocida como «Los Pishtacos», en alusión a una figura del folclore peruano, un hombre blanco que asalta a los campesinos por los caminos para comerse su carne y su grasa. No deja de ser la versión andina del chupacabras (que mata a los animales de los rebaños) o del hispano sacamantecas, que tiene preferencia por los niños. Y la excusa perfecta para explicar la desaparición de decenas de personas en una zona donde no existe un gran respeto por la vida.

Realidad o ficción, la Policía peruana tiene pruebas de que la banda asesinó al menos a un hombre de 27 años en septiembre para extraerle su grasa. Pero podría haber entre 60 y 200, todos campesinos de las regiones andinas de Huánuco y Pasco que han ido desapareciendo en los últimos treinta años.

La policía descubrió la trama después de intervenir en un control rutinario de carretera una extraña botella enviada a través del servicio de mensajería de una empresa de autocares. El envase de plástico, originalmente de refresco, tenía grasa humana destinada supuestamente a laboratorios cosméticos.

Luego localizarían otros 17 litros más de grasa humana en una casa de campo de Huánuco. han sido detenidos cuatro peruanos y dos italianos, pero se busca a más personas. El jefe de la investigación explicó que uno de los detenidos confesó cómo extraían el preciado fluido. Las víctimas eran primero decapitadas y luego colgadas de un gancho. Colocaban velas debajo del cuerpo para hacer gotear la grasa, que también se extraía del tórax y los muslos cercenados. El producto obtenido era vendido a 15.000 dólares el litro a fábricas de cosméticos, alguna de las cuales podría ser europea.

Los fabricantes de perfumes y cosméticos se han aprestado a desmentir que se utilice grasa humana en la elaboración de sus productos, ni siquiera los abundantes residuos obtenidos en las cada vez más numerosas operaciones de liposucción. La grasa de origen humano, señalan, no es precisamente muy adecuada, ya que puede ser un medio de transmisión de enfermedades. Por tanto no se explican quien puede comprar semejante líquido.