Oviedo, L. Á. V. /

Pablo GONZÁLEZ

«Si antes del terremoto ya no había casi nada y faltaba de todo, imagínate ahora. Es como volver a empezar de cero, de la nada». Celeste Intriago es una cooperante ovetense que ayer, desde Santo Domingo (República Dominicana), resumía así lo que ha quedado en Haití tras el seísmo que asoló la zona el pasado martes. No encuentra muchas palabras más para definir la situación, que prácticamente ha devuelto al país, el más pobre de América Latina, a la edad de Piedra: no hay luz, ni agua, ni teléfono, ni comida. «Y las pocas infraestructuras con las que contaba se han venido abajo», señala Intriago en conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA justo en el momento en que, de fondo, se escucha una voz con marcado acento dominicano que le dice: «Acaba de producirse una réplica de cuatro grados».

Y es que el suelo sigue temblando a unos kilómetros. Al menos es lo que anuncia la televisión, la única fuente de noticias, ya que las comunicaciones siguen cortadas. «Es imposible hablar con Haití. En principio decían que había 3.000 muertos, luego que si 100.000 y 3 millones de damnificados. No se sabe. Las imágenes que ofrece las televisión son tremendas», dice Intriago. Mientras, confirma que se está esperando cuanto antes la ayuda internacional. «Ahora necesitan lo básico: comida, agua y alimentos». Nada extraño, dadas las circunstancias y lo que cuentan del país caribeño. «Sufre una deforestación tremenda porque el principal combustible de Haití es el carbón vegetal, así que se corta todo lo que crece. Y cuando llueve, el agua se lo lleva todo por delante», relata.

Quien sabe lo que se está viviendo en el país caribeño es el guardia civil de Tráfico sierense Samuel Riestra, que se encuentra en Haití como miembro del contingente de la ONU que lleva años en la zona. Su mujer, Conchi Robledo, consiguió hablar con Riestra el miércoles por la noche a través de internet, durante un momento de descanso que el guardia civil aprovechó para acudir al edificio de apartamentos donde vive, que resistió el temblor milagrosamente, para cambiarse y comer algo. «Las calles están sembradas de cadáveres y heridos. La gente anda por la calle desorientada entre los muertos», explicaba Riestra a través del Messenger a su esposa, a la que comentó: «Lo importante ahora es que se envíe ayuda de todo tipo. Carecen de todo». En uno de los contingentes de ayuda internacional estará el ovetense José Luis García, un experto en comunicaciones de la Cruz Roja, que formará parte de uno de los dos equipos españoles (uno de telecomunicaciones y otro de saneamiento) que han sido seleccionados por la sede central de la entidad en Ginebra para acudir a Haití. «Por lo que se sabe es que nos vamos a encontrar con una situación muy complicada. Va a ser un trabajo muy duro e intenso», explica. La misión de García será, junto a otros tres compañeros, garantizar la comunicación interna de los distintos grupos de trabajo de Cruz Roja desplazados a la zona. Este técnico del servicio de teleasistencia domiciliaria de Cruz Roja en Asturias, y que afronta su primera misión en el extranjero, sabe se va a encontrar con peligros como «las réplicas, las epidemias y la situación generalizada de caso que vive el país».

García saldrá en las próximas horas rumbo a Haití, donde ya estuvo Inés Canteli, voluntaria gijonesa del Comité Óscar Romero. Los contactos que hizo en su visita al país le han llegado a contar antes de «esta auténtica tragedia» que meses antes del terremoto «la gente ya había comenzado a matar el hambre a base de galletas de arcilla». Hambre, pobreza e inseguridad «Siento una rabia tremenda porque parece que estas cosas siempre les pasa a los más necesitados», añade, para abundar: «El país necesita que la ayuda sea a largo plazo y no sólo puntualmente por el terremoto». Entre su amistades se encuentra un sacerdote dominicano que le ha contado a través de internet que «la gente está aterrada, en estado de shock. Y lo que está por venir».

Pero Canteli, profesora de Secundaria, es optimista sobre la fortaleza de los haitianos. «Es un pueblo en resistencia continua. No hay que olvidar que fue la primera República negra del mundo. Son gente tremendamente luchadora», sentencia. Mientras, el Movimiento Asturiano por la Paz ha abierto una cuenta para recaudar fondos. La cuenta, de la Caixa, tiene el número 2100-5640-62-02000049276. Y la Consejería de Bienestar Social del Principado, bajo el control de IU, acordó ayer poner a disposición de las ONG 1,2 millones de euros para proyectos de reconstrucción en Haití.