Los traficantes tenían en el garaje no sólo 107 kilos de hachís, sino también sustancias para el corte de cocaína, balanzas de precisión, gorros para el pelo (utilizados durante las operaciones de manipulación de la droga) y bolsas de plástico preparadas para la preparación de las dosis. Todo indica que iban a convertir el garaje en un laboratorio de cocaína.