Oviedo, L. Á. V.

Belén Langdon, la menor fallecida anteayer, sábado, en el Hospital Doce de Octubre, es la sexta hija de una familia de supernumerarios del Opus Dei con siete vástagos. Su fallecimiento ha sido el más chocante, puesto que era una joven que no se relacionaba en el ambiente donde sufrió el accidente que la llevó a la muerte. No quería ir al concierto de Steve Aoki, pero al final decidió acudir al Madrid Arena ante la insistencia de cuatro amigas. Eso sí, lo hizo sin el permiso de sus padres. Su madre había acudido a Brasil para ver al cabeza de familia, un arquitecto que trabaja en el país sudamericano. Un hermano de la joven la identificó cuando se encontraba en el hospital y otro hermano suyo, Borja Langdon, ordenado sacerdote hace un año, le dio la extremaunción cuando estaba a punto de morir. Sus padres, siguiendo su deseo, donaron sus órganos.

Era una chica muy vital y divertida, aunque no olvidaba su lado espiritual y acudía a un centro juvenil del Opus para formarse religiosamente, y no faltaba a misa. La entereza de su familia ha dejado perplejos a propios y extraños. Ayer, en el tanatorio de San Isidro, su padre, Nicolás Langdon, aseguraba que la familia está viviendo con «mucha tristeza y mucho dolor» la pérdida de su hija, pero afirmó que su fe los ayuda a verlo con serenidad y paz. «Hay que aceptarlo», dijo. Su madre, incluso, mostraba alivio por el hecho de que la desgracia no se hubiese extendido a las amigas de Belén. «Le doy gracias a Dios», dijo.