Un hombre completamente normal. Así describen los vecinos a Constantino Arango Rodríguez, el hombre de 65 años que el pasado domingo intentó matar a la anciana que cuidaba, María Iglesias, y después degolló a su mujer, Felicidade Rosa Plácido, para terminar quitándose la vida en su casa de la calle Príncipe de Pravia. Las cenizas con los restos mortales del matrimonio recibieron ayer sepultura en el cementerio de San Tirso de Candamo en la más estricta intimidad.

"Yo aún no me lo explicó", señala una vecina del inmueble que prefiere mantenerse en el anonimato, "se le tuvieron que cruzar los cables porque era una persona buena". Además, en relación al supuesto móvil del intento de homicidio, la herencia de Iglesias, la mujer indica que Arango contaba con una buena pensión tras su jubilación como operario de Telefónica, por lo que no entiende las intenciones que tenía el hombre. La mujer explica que el matrimonio no tenía problemas económicos y que todo el patrimonio de la anciana iba a quedar para ellos. Esta vecina explica que Arango trataba con mimo a Iglesias y que siempre se mostró educado y servicial con el resto del vecindario.

José Luis Barrera, conocido como "Pilís", también conocía a Arango ya que el piso donde vivieron sus padres se ubica en el mismo edificio. Aunque ya no están allí, siguen pagando la comunidad y la limpieza del portal y zonas comunes que, según detalla, realizaba Plácido. "Ellos llegaron hace más de diez años allí y nunca hubo un problema con él", señala. Barrera comenta que Arango era "normal, algo seco pero normal, siempre lo veía con María los jueves dando un paseo por el mercado y nunca hubiera imaginado lo que pasó".

Arango era el presidente de la comunidad de vecinos del edificio de la calle Príncipe, y Barrera se veía con él con asiduidad para pagarle los gastos por la limpieza del portal. "Aún hace quince días que estuve con él y le pregunté por temas de la comunidad y él me dijo que en agosto iba a organizar una reunión para cambiar la presidencia, que ya tocaba. Nada hacía indicar lo que parece que tenía planeado", opina.

Arango solía llevar algunas tardes a María Iglesias al hogar del jubilado de Pravia, donde merendaban algo y conversaban mientras pasaban las horas. Allí nadie quiere realizar declaraciones, pero destacan que el hombre siempre trató con mucho respeto a la anciana agredida. Nadie puede aún creer lo que pasó durante el amanecer del domingo. "Muchas veces la traía en coche hasta aquí", dice un hombre para reflejar lo cuidadoso que era Arango con Iglesias.

Según el relato de una vecina de la calle Príncipe, Arango pasaba casi las veinticuatro horas del día pendiente de Iglesias. "La cuidaba casi como si fuera su madre. Siempre los veías juntos por ahí, sobre todo los jueves cuando iban al mercado; no entiendo por qué intentó matarla porque, según dicen, ella le iba a dejar el piso y los ahorros al morir. Si lo que quería era el dinero, sólo tenía que haber esperado", declara.

Por su parte, María Iglesias sigue recuperándose de las heridas sufridas por el intento de asfixia y los golpes que recibió con la lámpara de bronce de la mesita de noche durante el forcejeo con su cuidador. Unas lámparas que había comprado el propio Arango a expensas de la mujer hace unos meses. Ayer aún le salieron otros dos moratones en la espalda a María, que atribuyen a la presión de las rodillas de Arango durante la agresión.

Además, Iglesias se encuentra peor de ánimo, muy alicaída y nerviosa, según detalló su sobrino político, José Belarmino Rego. "Se despertó a las tres de la mañana gritando 'Tino, que me ahogas, no me mates'", revela.

Rego acudió ayer al piso de su tía para recoger ropa, productos de higiene y enseres de Iglesias. Los familiares de Iglesias creen que la anciana tardará en recuperarse del susto que se llevó el pasado domingo. "Estará soñando eso durante una temporada", matizan. Aunque la intención de la mujer, de 89 años, es regresar a casa y retomar su día a día, por el momento su sobrino prefiere que se quede con ellos en la localidad de Prahúa. "Será mejor que se quede con nosotros porque no está para vivir sola", opina María Antonia Jesús González, la esposa de Rego.

El trágico suceso de la calle Príncipe mantiene a los pravianos estupefactos. Nadie da crédito a lo ocurrido. Por su parte, la Comandancia de la Guardia Civil de Oviedo, que lleva el caso, informó ayer que las diligencias practicadas están en el Juzgado. "Parece que está claro lo que pasó", señaló una fuente de la investigación en relación al cobro de la herencia.