El Tribunal Supremo ha condenado a 44 años de cárcel a Iulan T., de origen rumano, por delitos relacionados con la trata de blancas y hechos cometidos sobre mujeres, algunas de ellas menores, a las que obligaba a prostituirse y llegaba a marcar con tatuajes y códigos de barras, como si fueran ganado.

Además de él hay otras trece personas, entre las que se encuentran la esposa, hija y otros familiares del principal encausado, a quienes les imponen penas de entre uno y 31 años de cárcel.

El control de las jóvenes era ejercido mediante violencia extrema y recursos como tatuar en la piel de las mujeres señales que las marcaban, como el apodo del proxeneta ("Nelutu") o las cantidades que adeudaban a la red (2.000 euros). Incluso llegó a grabar algunas torturas, tal y como relataron algunas de las menores que fueron sus víctimas y que luego se convirtieron en testigos protegidos contra sus captores y torturadores.