Alberto Menéndez

Ni sintonía ni intereses compartidos

La enrevesada cohabitación del tripartito del Ayuntamiento de Oviedo

Oviedo ha vuelto a tener un alcalde de izquierdas, el socialista Wenceslao López. Para que ello fuera posible tuvieron que pactar tres fuerzas políticas: Somos (marca de Podemos en gran número de municipios), PSOE e IU. Y sí, es cierto, la Corporación local ovetense está presidida por un representante de la izquierda. Pero poco más se puede decir del gobierno de la ciudad. Por una sencilla razón, porque más que un gobierno tripartito lo que ha habido hasta el momento han sido tres gobiernos diferentes. Cada formación va a su aire y en cuanto surge la polémica generalmente hay tres visiones distintas del problema planteado. Lo que está sucediendo con la empresa de recaudación de impuestos no deja lugar a dudas de cómo está funcionando el tripartito ovetense.

Que no se engañen ni quieran engañar a los ciudadanos. Los tres partidos implicados fueron conscientes desde el primer momento de que la coexistencia iba a ser muy complicada y en muchos casos imposible. No sólo por las diferencias ideológicas sino, fundamentalmente, por la falta de empatía entre los dirigentes tanto locales como regionales del PSOE, Podemos e IU.

Estas tres fuerzas políticas se disputan el mismo espacio político en Oviedo, Asturias y España. Pero mientras PSOE e IU mantienen las formas e intentan coexistir, como lo han venido haciendo en las últimas décadas, Podemos no, Podemos no esconde que su gran objetivo es arrebatar lo antes posible los votos a los partidos tradicionales de la izquierda, es decir, pasar a desempeñar el papel protagonista entre los grupos progresistas, y si para ello necesita aplastar a IU (como ya hizo en numerosos territorios) e incluso al PSOE no le va a temblar la mano.

¿En estas circunstancias alguien puede pensar que en Oviedo va a haber una cohabitación pacífica, que los concejales de uno de los partidos del tripartito se van a fiar de los de los otros dos? Porque eso es exactamente lo que no está sucediendo. Hay desconfianza, no hay sintonía y, claro, lo lógico es que no haya una política común. Los ejemplos están ahí, son diarios.

Quien peor lo puede acabar pasando es el alcalde, Wenceslao López. A fin de cuentas él es quien debería poner orden en el Ayuntamiento, quien tendría que acabar con las rencillas, con los reinos de taifas, con los desmedidos protagonismos de algunos ediles. Por lo visto hasta ahora va a ser tarea ardua. Sólo cinco concejales socialistas de veintisiete no es que faciliten mucho la labor de mando del Alcalde.

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