Geólogo

A vueltas con el cambio climático

Sobre esta materia se han escrito chorros de tinta y aun así algunos sectores sociales cuestionan la modificación del clima con respecto al que ocurría tiempo atrás. Viene esto a colación por la importante conferencia que se celebra en París, acerca de uno de los males que acechan al género humano desde hace varios años: la modificación del clima debido a las actividades del hombre; el objetivo de la cumbre es llegar a un acuerdo para lograr que el aumento de temperatura mundial no exceda de dos grados centígrados a final de siglo.

Tales cambios, sustentados en investigaciones publicadas en las revistas científicas de mayor impacto, acontecen sobre todos los parámetros meteorológicos (temperatura, presión atmosférica, precipitaciones, etc.) y son atribuidos tanto a hechos naturales como, especialmente, a acciones antropogénicas. La profesora de la Universidad de Harvard Naomi Oreskes publicó en 2004 un riguroso trabajo ("The Scientific Consensus on Climate Change") en la prestigiosa revista "Science", convertido en un clásico para comprender los factores humanos participantes en el caldeamiento planetario.

En el balance energético juega un papel prominente la atmósfera, ya que su acción permite equilibrar la radiación solar recibida respecto a la expulsada al espacio, lográndose de esta manera la preservación de la vida. Si domina la primera se produce un calentamiento; si lo hace la segunda, un enfriamiento. Lo que ahora sucede es que gran parte de la radiación emitida por la superficie terrestre (en forma de ondas infrarrojas) es absorbida por los gases atmosféricos, cargados con aportes adicionales de origen antrópico, y parcialmente rebotada hacia la Tierra produciendo una subida térmica paulatina. Es lo que se conoce como "efecto invernadero".

¿Cuáles son los principales gases generadores del efecto invernadero? El Protocolo de Kioto, que entró en vigor hace un decenio, contempla los siguientes: dióxido de carbono (CO2) -acrecienta con la deforestación y la quema de carburantes fósiles-, metano (CH4) -el mayor componente del gas natural-, óxido nitroso (N2O) -producido por fertilizantes y combustiones-, los clorofluorocarbonos (CFCs) -compuestos sintéticos de origen industrial- y el vapor de agua (a mayor grado calorífico, más nubosidad y precipitaciones).

¿Cómo atajar el problema? La lucha contra el cambio climático presenta dos frentes de acción destacados: la reducción de emisiones gaseosas y minimizar la degradación de los suelos fértiles. El primer caso conlleva disminuir el uso de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), ya que crean aerosoles de gran influencia en el incremento de la temperatura ambiental. El segundo aspecto, en parte consecuencia del anterior, produce la desertización de extensos ámbitos agrícolas, lo que empeora el problema, pues la pérdida de cultivos y de bosques (con talas salvajes e incontroladas) impide que las plantas absorban del aire enormes cantidades de CO2, uno de los integrantes esenciales de la fotosíntesis. Estos dos factores, junto a la defensa de la biodiversidad, se consideran claves para mitigar el "efecto invernadero", del que son mayoritariamente responsables tres potencias: Estados Unidos de América, China y la Unión Europea.

Existe un consenso científico sólido de que el modo de producción y consumo energético están engendrando una alteración climática generalizada, con graves consecuencias: derretimiento de las masas glaciares, aumento del nivel del mar, desertización de tierras cultivables, acidificación del suelo y del agua, extinción de determinadas especies animales y vegetales, inundaciones, eventos meteorológicos extremos, etc., y no solo ambientales sino también de índole económica y social. Siguiendo la doctrina del Papa Francisco, reflejada en su reciente encíclica Laudato si': "El 'consumismo inmoral' ha llevado a la sociedad a un comportamiento que permite la degradación continua del medio ambiente".

La humanidad debe crear un sistema energético sostenible capaz de abastecerse sin necesidad de utilizar combustibles que tanto daño causan en la atmósfera y por ende a nosotros mismos. Lo decía el Premio Nobel de Literatura, Rabindranath Tagore, gran poeta, filósofo, literato y artista bengalí: "La Tierra no es herencia de nuestros padres, sino préstamo de nuestros hijos".

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