En diciembre de 2015 vi pisoteados mis derechos en una tienda de venta de telecomunicaciones. Todo un mes de toma y daca, "la semana que viene lo tiene solucionado", mandé varios correos a la telefonía central, me contestan que ellos se lavan las manos, que eso es cosa del distribuidor. Vuelvo, amenazo con una reclamación, nada. En total, un mes de conversaciones, ofertas, correos, etc.

Cansado, en enero de 2016 pido la hoja de reclamaciones (hojas que el Estado obliga al comerciante a tener y comprar, numeradas y todo). Pues bien, después de toda una mañana para rellenar la dichosa hoja, con llamadas a la central y demás, por fin dispongo de la hoja de reclamaciones y acudo al organismo pertinente, sito en San Pedro Mestallón, n.º 1, bajo. Me gustó que contara con ascensor de minusválidos y que las oficinas estuvieran acordes a los tiempos, con toda clase de ordenadores.

Les entrego todos los documentos, ofertas, correos, respuestas, etc., en fin, todas las pruebas de las que dispongo. Me mira y me extraña que me diga que el CIF no corresponde a Oviedo, es de Siero. En un mundo globalizado, donde la mayoría de las empresas disponen de tiendas por todo el mundo, es lo normal, no voy a reclamar a Barcelona, París o Siero. Por fin es aceptada la reclamación.

En este país los medios de comunicación no se cansan de decir que en España nos quejamos mucho, pero se reclama poco, y doy fe de ello. Cuando trabajaba en diferentes tiendas, pocas eran las personas que pedían las hojas de reclamación, y motivos haylos.

Después de entregar la dichosa reclamación, he investigado cómo funciona. Parece ser que el Ayuntamiento se pone en contacto con el comercio para mediar en el conflicto, y que éste presente sus alegaciones para ver si la reclamación procede o no. En el caso de que proceda, se sancionará al establecimiento, nunca se indemnizará al perjudicado. Realmente para lo que sirve la hoja de reclamaciones es para acciones judiciales posteriores.

Viendo la efectividad de dicha reclamación, cinco meses de espera, entiendo que casi se reclama por demás. En estos cinco meses no sé si existe el comercio, si ha cambiado el distribuidor, etc.

Está bien quejarse ante toda injusticia, pero siempre sabiendo que todo el trabajo y alguna vez el costo será soportado por el reclamante.

Qué razón tenía aquella gitana cuando te echaba mal de ojo: "Que Dios te dé muchos pleitos, y que los ganes".