En diciembre del año pasado enviaba una carta a este periódico pidiendo una calle en Oviedo al soldado de reemplazo. Carta que quedó sin respuesta. Me basaba en los siguientes argumentos:

El primero de índole personal, ya que en 1976 fui llamado a filas y destinado a la Quinta Región Militar, con Capitanía General en Zaragoza. Allí pasé quince meses y ese tiempo no me ha servido para nada, pues no es acumulable como tiempo cotizado a efectos de la jubilación, salvo que no tengas el tiempo mínimo requerido para poder jubilarte, lo que parece más una limosna que un derecho. Se puede dar y se da el caso de que una mujer, que no tenía la obligación de hacer el servicio militar obligatorio, puede tener una mayor base reguladora y jubilarse en mejores condiciones que un hombre que haya tenido la misma vida laboral que ella, lo que es injusto y discriminatorio e incluso inconstitucional. En segundo lugar, me refería a la injusticia que se cometió con los soldados de reemplazo, pues los que venían de familias acomodadas quedaban exentos pagando la redención en metálico o la sustitución, y eran los que pertenecían a las clases humildes quienes hacían el servicio militar. Nombraba a los escritores de la Generación del 98 que quedaron muy afligidos, consternados y abatidos por el desastre de la guerra hispano-estadounidense, pero ninguno estuvo allí luchando porque sus padres pagaron la redención en metálico. En tercer lugar, hacía un repaso nostálgico de aquellas madres que llorando en los andenes de las estaciones de ferrocarril despedían a sus hijos que iban a las guerras de Cuba, Filipinas, Marruecos... En cuarto lugar, recordaba a nuestros políticos que las quintas nada tienen que ver con el franquismo, que son muy anteriores y que existieron en toda Europa y en todo el mundo e incluso existen hoy día.

Aprovecho la circunstancia de que los políticos de nuestro Ayuntamiento están en estos momentos inmersos en profundas enjundias por el cambio del callejero de Oviedo para que se acuerden de los quintos y que no se olviden que muchos de ellos mismos también lo fueron. Como el Alcalde no quiere poner a las calles nombres de políticos o militares, recordarle que un soldado de reemplazo no es un militar y que en nuestra Guerra Civil sirvieron en los dos bandos sin que nadie les preguntase en cuál querían estar o si hubiesen preferido quedar en sus casas.

Presentaré oficialmente esta carta en el Ayuntamiento de Oviedo para que dejen de ofender con su olvido a este enorme colectivo y den una calle al ¡soldado de reemplazo!, pues la merece más que nadie. Espero contar con el apoyo de los miles y millones de ovetenses, asturianos y españoles que fuimos soldados de reemplazo.