El pasado fin de semana cambiamos la hora y, como cada año, perdemos horas de sol. En la madrugada del domingo 30 atrasamos una hora los relojes. Una hora para dormir más porque a las tres de la madrugada volvieron a ser las dos.

A partir del domingo 30, y durante cinco meses, España estará en la zona GMT +1, una hora por delante del tiempo que marca el meridiano de Greenwich (Greenwich Mean Time GMT).

La explicación oficial asegura que con el cambio de hora, al aproximarse el invierno, se adaptan las horas de luz al tiempo en que estamos trabajando. Se supone que empezamos la jornada laboral siendo ya de día y la acabamos cuando todavía no es de noche.

El "regalo" de sueño de esta citada noche pasada se agradece, aunque este cambio de hora, a diferencia del que se produce en primavera, suele ser más polémico, puesto que en este horario se acortan los días (hay muchas menos horas de sol y más horas de noche).

Estimamos laboralmente lógico que nuestro país continúe, desde 1942, con un horario que no nos corresponde. Sin embargo, si volviéramos al horario del meridiano de Greenwich tendríamos algunos beneficios como son la conciliación familiar y laboral. Además, el estado de ánimo de muchos ciudadanos sería más positivo al ver que los días duran más.

No obstante, largos e ilusionantes sueños.