La columna del lector

En recuerdo de Ángel Naval

Querido Ángel, no pude despedirme de ti, y ¡cómo lo siento!

Los que creemos que el mundo puede y debe ser mejor, y algo nos impulsa a trabajar por ello, nos sentimos parte del mismo equipo. Estamos, muchas veces sin saberlo, unidos por un vínculo indestructible.

Los objetivos son tantos y los días y los recursos tan pocos que cualquier esfuerzo, por muy grande que sea, nunca es suficiente y lo suponemos natural y lógico. No nos damos las gracias.

Pero ahora que nos has dejado siento la necesidad de hacerlo.

Por tu amistad, por tu compromiso con la misión de Unicef, por tu pasión, por tu apoyo para alcanzar los retos, ¡que fueron tantos!

Por tu generosidad al compartir las alegrías y los logros, ¡que fueron muchos!

Por no dejarte nunca vencer por el desánimo.

Por la ilusión contagiosa con la que nos hablabas de tus nietos... ¡Gracias!

Pasan los años y seguimos formando parte del equipo.

Un abrazo grande.

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