Los positivos resultados de Asturias en las pruebas de evaluación en Primaria | Análisis

Eduardo García

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Lo más interesante de las pruebas internacionales de competencias educativas (las famosas PISA para los chavales de la ESO, y las de Comprensión Lectora, Matemáticas y Ciencias para los niños de cuarto curso de Primaria) no son tanto los resultados como la trastienda del estudio, la que explica el porqué de las "notas".

Cada alumno y alumna son ellos y sus circunstancias. No solo es un enunciado filosófico sino la constatación de una realidad que debería servir de punto de partida para cualquier programa educativo con vocación de éxito.

Partamos de lo que ya se sabe para adentrarnos después en algunas variables en torno al alumno que cobran una importancia decisiva. Y lo que se sabe es que en las llamadas pruebas PIRLS 2016 de Comprensión Lectora los alumnos asturianos de 9 años lograron una media de 548 puntos, veinte más que la media nacional, y por encima de las medias de los países de la OCDE y de la Unión Europea.

Son unos buenos resultados, en un terreno en el que patinábamos hace una década. Relativizando todo lo que hay que relativizar este tipo de "exámanes", que sirven de pistas pero nunca de sentencia acerca de lo que es el sistema educativo de un determinado territorio, la puntuación avala el trabajo de unos profesionales docentes y la forma en que la sociedad asturiana en su conjunto entiende y valora el esfuerzo educativo. No es de ahora, entronca con toda una tradición histórica que merece la pena valorar.

Tras los resultados, las variables. Una muy negativa; otra, sorprendentemente positiva. Ambas conocidas pero quizá no del todo estudiadas.

Sobre la primera: repetir curso no solo no sirve de nada, salvo excepciones, sino que resulta contraproducente. Por decirlo en otras palabras, el sistema no encuentra en la repetición de curso por parte del alumno una medida correctora que le sitúe más o menos al nivel de la clase aunque sea a costa de "perder" un curso.

La media de puntuación en las pruebas de Comprensión Lectora entre los alumnos asturianos que no habían repetido curso fue de 552 puntos. Y esa misma media entre los que ya en cuarto de Primaria habían repetido un curso fue de 470. Una diferencia de 82 puntos entre ambos colectivos (hay que tener en cuenta que son muy pocos los niños de nueve años repetidores) es una enormidad. Cuando se hace esa misma comparación entre los alumnos participantes en las pruebas PISA (chicas y chicos de 15 años en su mayoría), la escasa puntuación de los repetidores viene a confirmar que perder curso es un mal negocio, para el alumno y para el sistema.

Se repite porque no se alcanzan las metas curriculares exigidas pero tras ese "no llegar" se esconden causas múltiples que van mucho más allá de las capacidades del alumno y que tienen que ver con el hogar, con el entorno, con la gestión de los tiempos de ocio y estudio, con las normas en torno al niño, con las expectativas familiares y con la imagen y el concepto que el propio alumno tenga de sí mismo.

Lo que nos hace entroncar con una variable clave, la de la autoconfianza en la lectura. Y es clave porque ningún otro elemento diferenciador genera tanta distancia entre unos alumnos y otros. Es curioso que el leer o no con confianza tiene más peso que el gusto o no por la lectura. Como es obvio la mayoría de los escolares a los que no les gusta leer tienen un autoconcepto bajo como lectores. Practican menos, para empezar.

Así que entre el "soy bueno en lectura" o "no soy bueno en lectura" hay un mundo estadístico, y ahí parece estar uno de los grandes retos del actual modelo educativo.

Los alumnos asturianos de cuarto de Primaria se lo creen, quizá más de lo que debieran. Solo uno de cada seis estima que no es buen lector. Resulta fascinante indagar en la relación entre capacidades y autoimagen, en muchos casos distorsionada. Aseguran expertos que la variable género tiene mucho que ver y que ellos, los chicos, tienen una imagen más sólida de sí mismos en relación con la autoimagen de sus compañeras. Una variable de sombra alargada que llega hasta la matrícula en la Universidad.

Leer comprendiendo, leer disfrutando... Disfrutar también de leer en público, frente a la clase o, mejor, en compañía de ella. La lectura rompe barreras, que son las que nos alejan de la excelencia. Leer para que la vida sea la aventura que todos soñamos.

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