Historia de una manzana

Agradecimiento al Centro Asturiano de Madrid por un galardón fundamentado en la lealtad y la amistad generosa

Dice Valentín Andrés Alvarez, en su Guía Espiritual de Asturias: "El asturiano es hombre que se exalta fácilmente y eso le hace ser un poco exagerado y extremoso y como suele llevarlo todo al extremo de su perfección el que trabaja es un trabajador modelo y el que no hace nada un holgazán perfecto". Doy fe que existen ambos prototipos. Conocí en los Oscos -donde tengo buena parte de mis raíces- a uno de estos últimos, Juanín. Se pasaba el día sentado en una silla a la puerta de un bar tienda, a la orilla de la carretera. Un día, a principio de los años 90, paró a su vera un coche con dos de los primeros turistas rurales que visitaban esta atractiva y sugerente comarca asturiana. Bajaron la ventanilla y uno le preguntó, ¿a donde va esta carretera?. Él, muy serio, le respondió: "A Zaragoza". Los chicos se miraron sorprendidos pero muy pronto estallaron en risas al tiempo que le indicaban,"¿como va a ir a Zaragoza?, ¡está tomándonos el pelo!". Impasible, Juanín sentenció: "Pues yo tuve que hacer la mili en Zaragoza y fui por esta misma carretera".

También conocí a trabajadores "modelo". Cosme Sordo Obeso, anterior presidente. del Centro Asturiano de Madrid y líder carismático durante décadas del mismo, fue, para suerte de los asturianos transterrados a Madrid, uno de los más sobresalientes. Trabajador en su empresa. Intenso y hasta obsesivo trabajador como presidente en el Centro Asturiano de Madrid, al que entregó lo mejor de sí mismo. Y siempre, amigo esforzado y leal. A Cosme y a mí nos unió el Llanes "marinero, rural, fluvial y urbano/ católico, guasón, astur e indiano" de Celso Amieva, a pesar de un importante handicap: yo, residente celoriano, él porruano de nacimiento. Entre Celorio y Porrua, pueblos llaniscos vecinos, se mantienen vivas antiguas discrepancias. La más notable se produjo cuando, por fín, Porrua logró independizarse de la parroquia de Celorio. Cuenta Luciano Castañón que con el fin de festejar dicha independencia, se celebró una solemnísima función religiosa oficiada en latín por un sacerdote forastero y de nombradía. En el momento solemne que el cura entonó el correspondiente "celo celorum" el entonces alcalde de Porrua interrumpió el canto y gritó: "En Celoriu, celo celorum, pero en Porrua porrua porruorum". Y el oficiante, para terminar la misa, tuvo que cantar lo de "porrua porruorum".

A Cosme le debo que, recientemente, el Centro Asturiano de Madrid, me haya galardonado con su "Manzana de oro". La historia arrancó hace algunos años en una comida con él y Mari Carmen, su mujer, en el Jornu de Pancar. Entre plato y plato, Cosme me espetó: "Antonio, ¿puedes dejar la política un par de meses?". Y ante mi cara de extrañeza me aclaró: "Queremos darte la manzana de oro y nuestros estatutos nos impiden hacerlo a quien esté en política activa". Nos echamos unas risas y ahí acabó todo.

Tiempo después, de aquella comida, nos dejó Cosme, con el dolor que acompaña a la pérdida de los amigos entrañables. Pero se ve que algo había comentado con Paco Rodríguez, Valentín Martínez , Andrés Menéndez, José Luis Casas, también buenos amigos y miembros de la actual directiva. Y estos, con otros apreciados socios, tras conocer mi pase a la vida "civil" decidieron cumplir con el deseo del que fuera uno de los grandes presidentes de la entidad.

Sé que la concesión tiene más relación con la lealtad y la amistad generosa que con posibles méritos personales, pero eso no me impide estar orgulloso y especialmente agradecido a los que decidieron entregármela. No me resta más, por tanto, que decirles: gracias a todos y que Dios os lo pague.

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