En España, los que se dedican a la economía sumergida gozan de inmunidad, de ahí que la economía sumergida constituya el 26 por ciento del PIB. De igual modo, quienes contaminan tienen licencia para hacerlo, sin cortapisa alguna, por lo que hay zonas de España -Huelva, Tarragona, Asturias- donde se registran algunos de los índices de contaminación más elevados del planeta, cuyos efectos son cáncer de pulmón, asma infantil y déficit cognitivo. Contaminación elevada debido a que, durante años, los dueños de las empresas sólo se han preocupado de aumentar los beneficios, sin invertir parte de los mismos en modernizar instalaciones y en investigación para reducir las emisiones contaminantes.

En EE UU, los contaminadores también actuaban impunemente, hasta la Administración de Nixon, cuando se establecieron las primeras normativas medioambientales; desde entonces, los activistas han ganado batalla tras batalla a las empresas contaminantes -algunas reflejadas en películas-, hasta el punto de que a día de hoy las exigencias medioambientales de EE UU son de las más rigurosas del planeta.

España es el país con el mayor número de muertes por resistencia a los antibióticos y uno de los estados en los que más han crecido los tumores en las últimas décadas, debido a la economía sumergida en la ganadería, donde se engorda al ganado con fármacos y hormonas.

Estos problemas tienen una fácil solución, basta con seguir la senda emprendida en EE UU, que tan buenos resultados les ha reportado, exigiendo indemnizaciones millonarias a quienes contaminan y a quienes provocan muertes por engordar animales con fármacos y hormonas.

El día en que se lleve a cabo una demanda conjunta por parte de los afectados por la contaminación y los fármacos y hormonas empleados en la economía sumergida en la ganadería, verás qué rápidamente se soluciona el problema.