Con una rapidez impropia del aparato burocrático del Estado, los responsables de la SEPI -o lo que es lo mismo, el Ministerio de Hacienda- han demostrado ser sensibles al clamor conservacionista suscitado en Avilés por el anuncio de que el edificio conocido como la "La Telefónica" de Ensidesa iba a ser pasto de la piqueta. La noticia del indulto de este hermoso y simbólico inmueble debe ser motivo de felicitación a todos los que arrimaron el hombro para evitar el derribo, que extrañamente fueron miles y sin diferencias de signos políticos. Ya que se perdió la batalla de la Térmica, y antes la del último Horno Alto, es reconfortante marcarle un gol, así sea in extremis, a los amigos de la dinamita. Lo que urge ahora es no perder ni un minuto en ponerse a buscar un uso que garantice la supervivencia de "La Telefónica", que si llegó a estar amenazada de derribo fue precisamente porque durante el último lustro nadie miró para ella.
Cabos sueltos