La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

Hortensia de Tormes

"Legionaria" es la vida de la mujer con más vida del mundo: "Hortensia Romero Vallejo: del 29, bueno, del 24". Pilingui, amante, amada; una mujer armada con sonrisas y filosofías caras para reaccionar contra el parecer marchito de los días que se han ido y las oscuridades que han pasado y se han grabado a fuego, como el sello de una vaquería en mitad de las praderas norteamericanas.

Pero el soliloquio soberbio de Fernando Quiñones -cuyo estreno nacional acogió antes de anoche el teatro Palacio Valdés- es también una suma de memorias y recuerdos, de grietas y carcajadas, la traslación al siglo XX del relato de las fortunas y adversidades de Lázaro de Tormes, ahora que es pregonero de Toledo. La felicidad tiene poco que ver con la protección del honor. La "Horten" lo sabe y por eso lo cuenta, por eso se lo cuenta, en este atardecer estival a la sombra de una higuera, en el patio de la casa de quien amó con amor real y no con sueños o pesadillas.

Pero "Legionaria" es algo más. Es el trabajo excelente de una actriz excelente (María Barranco) que nació para ponerle cuerpo, voz y alma a la "Horten": felicidad sobre todas las cosas, pero también libertad, alegrías? y sí, también una pizca de gravedad conjurada. María Barranco se abanica y se abanica y comienza su relato explicando aquel idilio con el legionario "en cueros, que era agosto"; la mujer que descubre que ella sola manda en su cuerpo porque cuando otros mandaron en él ella fue una mujer sin sentido, una mujer que no era mujer.

La Barranco, de la mano de Quiñones e Iborra, relata la vida entera de la "Horten" y se transforma en la "Horten". El papel que estrenó en Avilés se ha grabado en su peripecia vital, como aquella cándida andaluza enamorada de un chiíta en "Mujeres al borde de un ataque de nervios". La función del viernes fue la del conocimiento entre la "Horten" y la Barranco? no tardando, la Barranco será consumida por la felicidad de "Legionaria", por sus ganas de vivir y por su necesidad de elegir los tiempos mejores y desechar los más torpes. Lo mismo que le sucede a Lázaro de Tormes cuando se pone a contemplar su estado.

Manuel Iborra, el director del espectáculo, es ducho en monólogos de mujeres solas. Hace tres años presentó "Shirley Valentine", con Verónica Forqué en éxtasis y gloria. Aquel espectáculo lo presentó también en el Palacio Valdés. Entre aquel y esta "Legionaria", montó en el teatro Español -cuando aún era un referente nacional- "Orquesta Club Virginia", un supermontaje basado en su película homónima. Iborra, en "Legionaria", moldea a su actriz con mano firme y el barro se convierte en joya en cuanto la actriz se dirige directamente a los espectadores que se han colado en ese patio veraniego, a la sombra de la higuera, y bajo una iluminación que subraya las luces y las sombras de esta mujer pícara que enseña que la vida es más fácil de lo que pensamos.

Compartir el artículo

stats