La noticia de que los votos del PSOE y del PP bloquearon, en el útimo Pleno de Avilés, la moción de Ganemos, Somos, Ciudadanos e IU de vetar los circos con animales, sólo produce desaliento y sufrimiento. La mayoría de animales que trabajan en circos son adiestrados mediante métodos crueles, obligándoles a realizar tareas impropias para su especie y, en muchos casos, dolorosas y degradantes. Además toda su vida permanecen encerrados, salvo en el momento de la actuación, en jaulas y encadenados por miedo a que huyan en los largos viajes que tienen que soportar. Monos, elefantes, tigres, leones y un largo etcétera de sauna salvaje, sufren enormes transtornos físicos y psiquícos, llegando incluso a golpearse contra los barrotes o automutilarse. Y los ecologistas denuncian que muchos circos son clientes habituales de las mafias dedicadas al tráfico de animales.
Los animales no están a nuestro servicio para divertirnos, más bien son nuestros compañeros de viaje, unos seres maravillosos con quienes compartirmos una parte muy importante de nuestra genética. Por eso me resulta incomprensible contemplar a animales salvajes "acobardados por golpes y latigazos -como señala Desmond Morris- y apoyando la vieja idea de que somos superiores (?) y tenemos derecho a dominarles". Hasta el Papa Francisco -el PP avilesino no debe leer sus encíclicas- en "Laudato si" defiende a los seres vulnerables y propugna una ecología vivida con alegría y autenticidad.
El PSOE está a tiempo de rectificar demostrando que defiende a los débiles, a los que no pueden hablar, al igual que han hecho cientos de municipios en España y, en la comarca, Castrillón y Corvera, demostrando que están contra la tortura y el sufrimiento, que los espectáculos con animales no forman parte de la cultura sino de la ignominia.