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Experto en la historia del ferrocarril asturiano

La estación avilesina del Norte: polémica envenenada (I)

Un edificio singular con 125 años a sus espaldas

La estación avilesina de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España entró en servicio el 6 de julio de 1890 y durante un breve periodo de tiempo, hasta la culminación del ramal en el puerto marítimo de San Juan de Nieva, constituyó la terminal de la línea. Su emplazamiento generó debates y polémicas que se remontan a la misma época en que fue aprobado el trazado general de León a Gijón en 1862.

La primera propuesta de conexión ferroviaria de Avilés con la citada línea general fijaba el enlace en la estación de Serín. De hecho, la única razón para establecer este punto de parada en plena campiña gijonesa radicaba en la previsión de situar allí el inicio del ramal a Avilés, y así está expuesto en el programa de estaciones para la sección de Pola de Lena a Gijón elaborado por el ingeniero Salustio González Regueral.

Esta idea, a pesar de ser aceptada por los técnicos e ingenieros que operaban en la provincia, fue rechazada de plano por los políticos y la opinión pública avilesina. En este primer itinerario, descartado como decimos, la terminal de viajeros se ubicaría en la rivera oriental de la ría, en una finca llamada Las Huelgas propiedad de la familia de Servando Ruiz Gómez.

En 1873 se encargó al citado Salustio González Regueral la elaboración del trazado oficial desde Villabona a San Juan de Nieva correspondiente a la línea aprobada por las Cortes. Según este proyecto la localización de la estación se establecía en el punto kilométrico 17/000, entre el arroyo de los Molinos y el puente de San Sebastián, próxima a la pescadería, al matadero antiguo y a un fielato para los impuestos de consumo, por entonces de reciente construcción.

La explanación necesaria para desarrollar los servicios previstos estaba formada por un tramo horizontal de trescientos noventa y cinco metros lineales entre agujas, de ellos trescientos cinco en recta y noventa en curva. El paso a nivel con la carretera a Luanco, en el costado occidental del puente de San Sebastián, fijaba el límite para situar la primera aguja. Sobre la superficie obtenida se tendería una parrilla compuesta por cinco vías: la principal y dos secundarias a cada lado de la misma.

El lugar señalado en el proyecto oficial para la localización de la estación comenzó a ser designado con el nombre de La Industria y que se sepa no se levantaron comentarios hostiles contra el mismo hasta 1888. En el momento de efectuar los replanteos sobre el terreno que darían lugar a la traza definitiva de la línea surgió una iniciativa tendente a desplazar la estación en dirección norte hasta situarla en el entorno de la fábrica de vidrios de Ibarra y Cía., sobre el lugar denominado "marisma de cantos". Los impulsores de esta iniciativa maniobraron cerca de las instancias del poder local, consiguiendo que el Ayuntamiento solicitase de forma oficial el cambio de localización.

En cuanto se difundió la pretendida variación la villa se dividió en dos bandos, los partidarios del proyecto oficial tomaron en la prensa el apelativo de industriales en tanto que los seguidores del nuevo emplazamiento acuñaron el título de cantistas. La polémica sobre la estación dominó la vida avilesina durante el primer semestre de 1889 al tiempo que la situación fue aprovechada por los enemigos políticos del diputado por el distrito, el liberal Julián García San Miguel, marqués de Teverga.

A García San Miguel se le reconocían unánimemente los esfuerzos dedicados a obtener para su ciudad los factores indispensables para el desarrollo de la actividad productiva: un ferrocarril y un puerto, a ello había consagrado "los mejores años de su vida" en palabras de un declarado industrial.

Se le reprochaban en cambio las relaciones con un grupo de "amigos" que amparados en su protección habían hecho excelentes negocios, obtenido una fortuna con ellos y/o acaparado para sí mismos o para sus familiares los cargos públicos de un distrito electoral que comprendía los concejos de Avilés, Gozón, Illas, Las Regueras, Candamo, Soto del Barco y Castrillón.

La actitud prepotente de estos en el tema de la estación fue aprovechada por los conservadores y por elementos disidentes del liberalismo para desacreditar a García San Miguel, promoviendo el encono entre los partidarios de una u otra opción.

Sin tener en cuenta los intereses generales de la ciudad, la cuestión quedó resumida para la prensa madrileña en una adscripción de los liberales por la facción de Cantos y de los conservadores por la de la Industria. A la polémica precitada vino a añadir leña al fuego la Real Compañía Asturiana de Minas, interesada en que la estación principal de la línea se instalase en San Juan de Nieva.

Con esta intención se desplazó a España Mr. Hausseur (Jules Hauzeur, 1822-1909, Presidente del Consejo de Administración y Director General de la RCAM) el cual sostuvo un fuerte altercado con el director de Norte, Juan Barat, quien, lógicamente, consideraba un absurdo construir una estación de cierta importancia en Cantos y otra de semejante entidad tres kilómetros más allá.

Los partidarios de la Industria contaron con el apoyo del diputado por el distrito de Muros, Félix Suárez Inclán, quien intentó entorpecer con diversas iniciativas parlamentarias la decisión de la Junta Consultiva de Caminos y Puertos que se preveía propicia a la variación del emplazamiento.

Efectivamente, en sesión celebrada el 24 de abril, dicha Junta informó favorablemente al emplazamiento en Cantos por diecinueve votos contra cuatro. A raíz de conocerse este informe comenzaron las discusiones callejeras y las manifestaciones que ocuparon los meses de mayo y junio elevándose el tono de las mismas en las tardes de los domingos.

En palabras de un partidario de la Industria, desde ese momento "Avilés se dividió en dos bandos; el mayor pide la dichosa estación en la Industria, unos cuantos desheredados de la fortuna y a mas forasteros, en Cantos". Se consideraba que los vecinos de las calles del Rivero, Oviedo, Galiana, Canal, Plazuela de San Francisco, Herrería, Fruta y Cámara, es decir, los núcleos más poblados, dinámicos y acomodados de la ciudad, constituían el grueso de los partidarios de la Industria, en tanto que el emplazamiento de cantos era apoyado por los residentes en el barrio de Sabugo, por los operarios de las contratas ocupadas en la línea férrea y la ordenación de la ría y por habitantes de pueblos cercanos (Heros, San Cristóbal, Valliniello) "pagados a precio de oro", en opinión de los industriales.

Los domingos de primavera pervivía la tradición de celebrar en la plaza mayor de la villa el baile de la danza prima; este acontecimiento lúdico fue aprovechado para reivindicar por unos y otros el emplazamiento de la estación en función de sus respectivas posturas. Según los corresponsales de prensa se adaptó una letra para la ocasión:

"Por la industria, por la industria / Por la industria pide el pueblo".

Lo que era respondido por el bando contrario de manera similar:

"Por los cantos, por los cantos / Por los cantos pide el pueblo".

De modo que las tardes dominicales y otros días de la semana se producían manifestaciones en uno u otro sentido que terminaban en enfrentamientos verbales y en la disolución de los grupos por la fuerza pública. El diario ovetense de signo conservador "El Carbayón", utilizado como tribuna por los partidarios de la Industria, acusaba al alcalde avilesino de facilitar la casa consistorial a los cantistas, de emplear a antiguos funcionarios (los odiados inspectores de consumo) como agitadores, y a los guardias municipales de forma partidista en la represión de las manifestaciones.

Así narraba los acontecimientos del día 13 de mayo: "Ayer lunes, a las nueve de la noche, salió una manifestación imponente con un estandarte a la cabeza que decía: Por la Industria. Venía por la calle de Rivero, pero poco antes de llegar a la Plaza salió a su encuentro la guardia civil con bayoneta calada, los serenos con sus lanzas, y los guardias municipales". Noticias de este tipo se repiten en los números correspondientes al 5, 13, 20, 25 y 28 de junio. La tensión llegó a su punto máximo en la tarde noche del domingo 23 de junio, cuando se produjo una docena de heridos entre los partidarios de una y otra opción.

Los incidentes fueron tan graves que obligaron al gobernador civil de la provincia a enviar una dotación de guardias civiles al mando de un teniente para reforzar a los destinados en la villa y suscitó una intervención parlamentaria en la que de nuevo cruzaron sus argumentos Julián García San Miguel y Félix Suárez Inclán.

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