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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

Otra confesión más

"La tarde muerta" es un drama con la pederastia como telón de fondo (y de boca) que escribió Alberto de Casso hace algún tiempo y que se llevó el año pasado el premio "Leopoldo Alas Mínguez" que otorga la fundación de la Sociedad General de Autores (SGAE). Y no sé por qué. "La tarde muerta" es un texto-losa que estrenó antes de anoche la compañía Producciones "Nun Tris" en su formato más ligero: lectura dramatizada. Antón Caamaño compuso un montaje con los rudimentos del formato (con acotaciones en vivo) y con un trío de actores dispuestos a dar vida a un guión que carece de ella desde el primer momento.

Lorenzo (Ortega) regresa al colegio donde su profesor (Marrot) continúa imperturbable su vida misma (es cura, jubilado, escribe poemas malos y aguanta beatas en el confesonario). Un discípulo y un maestro, una lucha a muerte que se ha convertido en tópico manido de autores con ganas de tragedia. La novedad es que el visitante trae el pecado en el teclado de su portátil. Casso escribe el drama para decir que la pederastia es moralmente rechazable (una verdad que no necesita evidencia, ni siquiera un libreto de teatro). En la escena final se descubre la tragedia que se ha ido anunciando una y otra vez por el personaje de la niña (Fernández). Y así termina todo, con un director y unos actores esforzados y un autor desganado.

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