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Resucitó: el testimonio de una mujer

Análisis del dogma fundamental de los cristianos tras la Semana Santa

Se ha estrenado en España (día 23 de marzo) una película con un título muy expresivo, "Resucitado", cuyo máximo responsable es el vicepresidente de Affirm Films, Rich Peluso. No sólo puede interesar a los católicos y cristianos, que teóricamente creen afirmar el dogma fundamental del cristianismo que es la resurrección, con muchos matices próximos a los heterodoxia, sino también a los agnósticos, no creyentes y no cristianos. Para Rich Peluso este film puede significar lo que llama él un terremoto, como fue "La Pasión" de Mel Gibson. Pero por otros motivos, porque el director de "La Pasión" se basa en las revelaciones y visiones que la beata Ana Catalina Emmerich cuenta en "La Amarga pasión de Cristo", testimonio estremecedor sobre los últimos días terrenos de Jesucristo.

La película "Resucitado" es un thriller con todos los ingredientes del subgénero, incluido el detectivesco. Se basa en la búsqueda del cuerpo de Jesucristo que emprende un soldado romano pagano, Clavius, cuyo nombre habla a las claras de su misión encontrar la clave del cuerpo del resucitado. Respetando la intención del director la película puede resultar entretenida e, incluso, puede despertar algún interés entre los aficionados a los thriller en el cine, pero los Evangelios canónicos proclaman el kerigma de la resurrección desde el punto de vista de la fe, que no contradice las narraciones evangélicas, pero el cuerpo de Jesucristo nunca se pondrá encontrar tal como fue sepultado. La Resurrección de Jesucristo proclamada y creída y fundamento indestructible de la fe cristiana, ya en el plano histórico, fue el paso inicial para la génesis del cristianismo. La actividad terrena de Jesucristo junto con su resurrección es el fundamento y la piedra angular de la fe cristiana en general y en todos los tiempos. El kerigma cristiano ("Jesús, el Crucificado, resucitó de la muerte") es radical y absolutamente irrenunciable. Como afirma el gran teólogo protestante luterano Karl Barth, la proposición teológica "Cristo resucitó verdaderamente" es irrenunciable.

Los que niegan la resurrección o los que no entienden su verdadera dimensión recurren a toda clase de prejuicios hilarantes y falsos: una de la más burdas es la que sostenían los que habían condenado a Jesucristo por motivos religiosos: los discípulos habrían robado el cuerpo de Jesús mientras los soldados que lo custodiaban dormían. Como dice San Agustín: si dormían, ¿cómo lo supieron? Así de burdos son muchos tópicos que aún hoy se repiten. El dinero pretende comprar las más ridículos afirmaciones. Otros sostienen, aunque mucho más respetuosos con el misterio de la resurrección, que Jesús volvió a tomar posesión de su cuerpo (cadáver), abandono el sepulcro, se apareció a determinados discípulos y ellos le oyeron, lo tocaron, comieron con él y luego fue elevado al cielo para estar con Dios: el sepulcro vacío y las apariciones constituyen la prueba de la resurrección. Esto es lo que afirman incluso muchos católicos, sin más precisiones. El sepulcro vacío no puede ser ni fue el factor que engendró la fe pascual de los discípulos.

En todo lo relacionado con la fe de Pascua, a Simón Pedro, que era la máxima autoridad se la comunidad primitiva, se le adelantó una mujer, María Magdalena. Ella había permanecido de pie, junto a la cruz, con la madre de Jesús. Conocía además el sepulcro en que fue puesto el cuerpo de Jesucristo. A ella se le manifestó en primer lugar y ella llevó a los apóstoles el mensaje pascual, pero su testimonio no fue admitido por razones jurídicas, porque el testimonio de una mujer no tenía ningún valor porque no podía actuar como testigo. Por eso, los apóstoles no le dieron crédito en un principio. Santo Tomás de Aquino consideró a María Magdalena como la mujer apóstol de los apóstoles. La fe pascual tuvo una influencia decisiva para la primitiva comunidad cristiana, puesto que para ella el Jesús terreno y crucificado es el mismo que el Cristo resucitado y glorificado. Esto es la base de la predicación de la Iglesia durante más de 2.000 años, hasta hoy mismo.

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