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La otra realidad

El gobierno mundial

Sobre los acontecimientos que cambian la Historia y sus causas

¿Existen los amos del mundo? ¿Hay personas en nuestro planeta que, gozando de un omnímodo poder económico fuera de lo normal, imponen sus decisiones arbitrarias a los diversos gobiernos y dirigen la política mundial? ¿Estamos viviendo en estos momentos bajo la égida decisoria de una estricta minoría cualificada que decide, a su antojo, la dirección de la marcha de la humanidad? Una respuesta positiva a cualquiera de estas preguntas pondría en tela de juicio la fiabilidad de la democracia y las libertades individuales y en plena duda la confianza en la seguridad internacional.

Los acontecimientos diarios ofrecen muchas noticias que no encajan en la lógica de la normalidad; ocurren determinados sucesos que no gozan de la más mínima transparencia y neutralidad; es como si hubiera detrás de ellos algo o alguien desconocido que impone su voluntad, en detrimento del bien general, para incrementar el cúmulo ingente de su beneficio y enriquecimiento personal. Quienes son los dueños del dinero, ¿son los amos de la tierra? La historia secreta del poder mundial comienza con la fundación del Banco de Inglaterra en 1694. Mayer Amschel Rothschild, patriarca de la dinastía bancaria más potente del mundo, dijo en 1790: "Permitidme fabricar y controlar el dinero de una nación y ya no me importará quién lo gobierne y quién haga sus leyes". Para cerrar más el círculo, en 1799 se creó el Banco de Francia, autorizándole Napoleón Bonaparte a que emitiera papel moneda a cambio de financiar su ejército; más tarde, cuando se volvió contra él, se arrepintió, y manifestó lo siguiente: "Cuando el dinero de un gobierno depende de los bancos son ellos y no los jefes de Estado quienes controlan la nación".

Fue demasiado tarde, ese imperio financiero le derrotó en Waterloo y le confinó a Santa Elena El imperio mundial dio un paso decisivo el 22 de diciembre de 1913, con la creación del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos: un consorcio privado de doce bancos que tiene el derecho absoluto de la circulación monetaria y la capacidad legal para acuñar moneda y emitir billetes para prestarle dinero al Estado más potente del planeta a cambio de suculentos beneficios. De esta guisa, el imperio estadounidense está en manos de una minoría bancaria, cuya única finalidad es controlarle, cobrarle impensables intereses y dirigir la política financiera internacional. El famoso aviador, ingeniero, héroe y militar, Charles Lindberg, el primer hombre que cruzó el Atlántico en avión en una travesía sin escala, al enterarse de lo que pasaba, afirmó: "Nuestro sistema financiero es falso y una carga para el pueblo". De esa forma el gobierno invisible, con el poder mundial del dinero, quedó legalizado. El fabricante de coches más famoso de su época, Henry Ford, no dudó en proclamar". Si la gente de nuestro país comprendiera nuestro sistema económico y bancario creo que tendríamos una revolución no antes de mañana".

No es casualidad que la Primera Guerra Mundial estallara siete meses después de ser aprobada la Ley de la Reserva Federal. El propio presidente H. Truman, el héroe que ordenó lanzar las dos bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas indefensas, arguyó". En política nada es por casualidad. Si algo le parece, tenga la seguridad de que alguien lo planeó así". El banquero, Paul Warburg, uno de los grandes, el 17 de febrero de 1950, ante el Senado de los Estados Unidos, afirmó: "Tendremos un gobierno mundial, guste o no guste. Sólo falta saber si llegaremos a esto imponiéndolo por la fuerza o si la humanidad se someterá de buen grado". En 1973 tuvo lugar una importante crisis económica a escala global motivada, según versión oficial, por el incremento del precio del petróleo: esa crisis ya fuera decidida, unos meses antes, en una reunión secreta del Club Bildelberg.

La usura globalista llevó el abandono del patrón oro en 1971 y a la creación del interés de la banca fraccionaria que permite crear dinero de la nada y a instaurar la inflación como sistema de control financiero.

Si las grandes decisiones de la política mundial son adoptadas en cenáculos privados, el ciudadano corre un grave riesgo y se debe preguntar: ¿dónde yace la democracia y dónde anida un futuro favorable? ¿Qué seguridad existe en vivir con tranquilidad? ¿Para qué sirven las elecciones generales y los gobiernos nacionales si, a la postre, deben cumplir las órdenes de ciertas minorías que gobiernan sin control? ¿Qué finalidad persiguen los que mandan desde la sombra a quienes sirven y qué ideología alimentan sin césar? Guerras inconcebibles, matanzas homicidas, muertes inauditas, atentados imperdonables no tienen ninguna explicación real si se adoptara el punto de vista convencional. La globalización, el pensamiento unificado, la red virtual, la muerte del pensamiento, la esclavitud de los gobiernos, la ingente deuda bancaria y los planes ultrasecretos de las fuerzas enemigas del progreso espiritual son inquietantes para el futuro del hombre. Para más inri, los pretendidos adversarios del sistema, cuanto más hablan, más lo refuerzan y consolidan.

Los nombres de los que integran esa cofradía inaudita de hegemonía es lo menos importante, están en la mente de todos. Pero quienes están detrás son, en estos momentos, los que deciden la suerte de la tierra, incendian los pueblos y ciudades que luego apagan y vuelven al mundo por revés. Todos los que lucharon contra ellos perecieron víctimas ese inmenso poder que escapa a la lógica de un ciudadano medio, que no atisba a comprender lo que se cuece dentro de ese pavoroso panel. A Europa no la van a destrozar mientras siga cumpliendo, con obediencia sumisa y ciega, sus órdenes y callando sin rechistar.

Para consumar sus fines e intenciones se sirven de políticos corruptos, financieros sin escrúpulos, ambiciosos sin fronteras y seres contrarios a la luz, se valen de las nuevas tecnologías, la incultura general, la ausencia de principios morales, el control de los medios audiovisuales y la manipulación a escala total. Sólo las fuerzas amigas del cielo, la inquebrantable fe en la victoria final, la caridad sin medida y la oración continua y sin parar nos pueden aportar algo de luz dentro de esa gigantesca oscuridad. Las cosas no son como nos las cuentan y se presentan ante los ojos de los demás; si escarbáramos la real profundidad quedaríamos sorprendidos de inmensas falsedades que no se pueden tolerar. Gracias a Dios, el alma está viva y aún el ser humano se puede salvar.

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