La circular ministerial que ayer arribó a las rulas asturianas para anunciar el repentino fin de la costera de bonito no está hecha con nocturnidad, porque se publicó a media mañana, pero tal parece que sí con alevosía. Al menos, con una importante dosis de desconsideración hacia los pescadores que están ahora en alta mar y que, de buenas a primeras, deberán dejar su faena para volver a tierra, cuando en principio tenían por delante otro mes de trabajo garantizado. Informar del cierre de una campaña como la del atún blanco del Norte con un día de antelación es simplemente no tener en cuenta los intereses económicos ni estratégicos de una flota castigada reiteradamente por decisiones administrativas que, si no son arbitrarias, al menos carecen de la suficiente argumentación. Que el inesperado comunicado de ayer no explique tan siquiera las causas oficiales de la clausura de la temporada es una prueba más al respecto.
