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Geometría existencial

María Braña puede considerarse heredera del movimiento que a raíz de la exposición "Peinture abstraite" (1984), comisariada por John M Armleder, fue denominado "Neo-geo" o "Nueva geometría", una tendencia que recuperaba, desde el desencanto, un geometrismo que provenía tanto del minimalismo como del arte concreto, al tiempo que cuestionaba la autoridad de las vanguardias. Ciertamente, la década de los ochenta fue una época de cambios, y el orden y la disciplina de la sociedad industrial que analizó Foucault, permitiéndole explicar la obsesión del arte del siglo XX por la geometría en términos de ideología y de poder, ya se había derrumbado. La deconstrucción, la simulación y la repetición irrumpieron con fuerza mostrando las nuevas costuras geométricas ligadas a estructuras y a redes de comunicación.

En estos últimos trabajos la artista consigue expandir las formas produciendo un desconcierto intencionado entre escultura y pintura, entre lo sensual y la pureza, lo duro y lo blando, el monocromo y el color, superando límites y enriqueciendo su obra. Estas geometrías habría que asociarlas a lo emocional, a ordenamientos más que a racionalismos sociales. El cinismo, en el que participaron la mayoría de "neo-geos", permitió reutilizar formas duras con connotaciones revolucionarias para darles la vuelta hasta convertirlas en discursos blandos, desactivadas las revueltas y surcados por signos y composiciones, por líneas y escalonamientos, por ángulos y relieves que colonizan, como en este caso, la evolución de la artista.

Sus relieves de formas poligonales irregulares pueden considerarse la parte más significativa de esta exposición. Realizados en madera lacada, segmentados o fraccionados, blancos o negros, atravesados por líneas autónomas, campos de color -impresiones digitales- que operan en planos diferentes ofreciendo distintas capas pictóricas, como suturas entre espacios, reencuadres cromáticos, breves concesiones a ámbitos sensuales, contrapuntos a la contención de las figuras poliédricas. Figuras que se repiten en los frisos, bien como impresión, bien como relieves, superando las divisiones entre lo pictórico y lo escultórico, áreas sólidas, tridimensionales, inmersas en superficies planas. Y hay una elocuencia geométrica en la imagen de gran formato realizada sobre dibond. En una masa cromática negra se despliegan una malla de líneas que construyen un armazón modular abierto, que acentúa su expansividad, e integra un universo blanco y violeta que se adapta a la racionalidad de la estructura.

Ya no queda en estos racionalismos ninguna connotación política, si acaso un reivindicar el papel jugado por la abstracción geométrica y aunque carente de contenido simbólico no deja de aportar lo existencial, los momentos sensitivos que María Braña deja en cada forma, en cada línea.

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