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Un Dylan para los Nobel

Una defensa a ultranza de la entrega del premio de Literatura por parte de la Academia sueca al cantante americano

Hay hombres que transforman sus sueños en dianas,

hay versos ocultos en la hoja del cuchillo,

hay versos subterráneos en los papeles rotos

porque existe Bob Dylan.

Benjamín Prado

El 13 de octubre por la mañana saltó la noticia. Ni el sirio Adonis, ni el keniano Ngg wa Thiong´o, ni el japonés Haruki Murakami, ni los estadounidenses Philip Roth o Don DeLillo, los top-five en las apuestas, fueron los designados. "Por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción" el galardonado con el Premio Nobel de Literatura 2016 fue Bob Dylan, cuyo nombre llevaba varios años sonando para ser reconocido por la Academia Sueca.

A la una y cuarto de la tarde supe la novedad gracias a un mensaje telefónico de mi colega Miguel. Detrás de él recibí un buen número de otros amigos sabedores de mi admiración por la obra del bardo de Duluth, cuyas canciones me vienen acompañando en las alegrías y en las tristezas desde la adolescencia. Talmente parecía que el premiado era yo.

Al recibir la noticia se mezclaron en mí dos sentimientos: la alegría y el deseo de que Bob no acuda a la ceremonia a recibir el galardón, que hiciera a los suecos un regate en seco como hizo en 2007 a los entonces denominados Premios Príncipe de Asturias o por lo menos que tan solo les concediera unas imágenes a modo de los Oscar 2001, cuando ganó con el tema "Things have changed".

La alegría estriba que este galardón es un reconocimiento a la gigantesca calidad de los textos de sus canciones. Cuando él llegó a Nueva York en 1961, además de conocer a Woody Guthrie y hacerse novio de la activista Suzie Rotolo, se empapó en Rimbaud y comenzó a escribir una tonelada de enormes canciones con numerosas temáticas que van desde los problemas sociales ("Maggie Farm", "The Lonesome Death of Hattie Caroll") hasta la enigmáticas descripciones metafóricas ("Visions of Johanna", "Desolation Row"), pasando por la denuncia del belicismo ("Masters of War", "With God on Our Side") y las historias de amor ("Girl of the North Country", "Boots of Spanish Leather"). No recuerdo quién fue el que dijo allá por 1965 que "Dylan va tan deprisa que el mundo ha tenido que parar de girar para esperarlo".

En los setenta, el mundo tuvo que seguir quieto esperándolo. En el segundo quinquenio de los ochenta, después de su conversión al catolicismo y del álbum "Infidels" de 1984, la creatividad disminuyó para resurgir en la década siguiente y mantenerse en siglo actual. La prueba se encuentra en discos del calibre de " Time Out Of Mind", "Modern Times" o "Tempest". Al día de hoy, con 75 años, sigue en la carretera para reinterpretarse concierto tras concierto en un continuo Carnaval donde el poeta se disfraza de cantante.

He dicho con anterioridad "tonelada" para poner mi pequeño grano de arena reivindicativo de Bob Dylan, ya que en realidad este judío errante es un gran desconocido para el gran público. Estoy convencido de que cualquier encuesta sobre él rendiría tan solo el conocimiento general de que se trata de un americano con una guitarra y una armónica que canta "Blowin` in the Wind". Los mas conocedores podrían citar media docena mas de canciones como mucho, cuando es autor de cientos de temas con 36 álbumes de estudio editados, 10 discos en directo, 14 recopilatorios y mas de 50 sencillos donde afronta exitosamente todo tipo de estilos musicales, folk, blues, country, gospel, funky, rock ...

Mi deseo de que no vaya a recoger el galardón, además del atractivo que entraña la figura del genio distante, estriba en la aureola de oscuros intereses que rodean a estos premios, algo que no tiene nada que ver con los deseos del filántropo Alfred Nobel. La historia a lo largo de los 115 años de su existencia está llena de decisiones muy difíciles y en ocasiones imposibles de entender. Mussolini, Hitler y Stalin fueron candidatos a recibir el Premio de la Paz. Mientras que Mahatma Gandhi quedó sin él, lo recibió Barack Obama cuando aún no había movido un dedo y este mismo año ha sido concedido al presidente colombiano Juan Manuel Santos después de rendirse ante el narcoterrorismo. Y gracias a que ganó el "NO" en el referéndum no se lo han dado al siniestro Jefe de las FARC Rodrigo Londoño, alias Timochenko.

La controversia creada por el veredicto de la Academia Sueca representa una enorme publicidad para los premios y desde este punto de vista la figura de Dylan ha premiado a los Nobel. "A los Nobel les han concedido un Dylan", me encantó escuchar en un programa de radio. Yo no soy crítico literario, no he leído a los demás aspirantes y no sé si cantar textos tan hermosos como los que lleva cantando Dylan desde hace mas de cincuenta años son merecimientos suficientes para recibir este sonoro reconocimiento literario. Dudo de que haya influido en el veredicto su inescrutable novela "Tarántula", mientras que a juicio del prestigioso locutor y productor musical Julián Ruiz, la prosa de Dylan en su autobiografía Chronicles es fantástica.

Lo que sí sabemos con certeza los que llevamos toda la vida caminando con la mochila llena de sus canciones es que hemos tenido una suerte enorme al tropezarnos con su talento. Bob, el próximo mes de mayo nos vemos en "Avilés, ciudad dylanita".

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