La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Concejala de Izquierda Unida en Avilés

Ahora y siempre, contra la pena de muerte

Ante la celebración del Día de Ciudades por la Vida

Un año más llegamos a este día 30 de noviembre en el que se conmemora el aniversario de la primera abolición de la pena de muerte en el mundo, que llevó a cabo el Gran Ducado de Toscana en 1786; y un año más nos sentimos defraudados por el número de condenados y asesinados por los estados que no sólo no desciende sino que aumenta.

El informe de 2016 sobre la pena de muerte que ha elaborado la organización Amnistía Internacional resalta el alarmante aumento de las ejecuciones. Nunca, en los últimos 25 años, habían sido ejecutadas tantas personas por estados de todo el mundo. En total, 1.634 personas fueron ejecutadas en 2015, un aumento de más del 50% con respecto al año anterior; es la cifra más alta registrada por Amnistía Internacional desde 1989.

En este ranking negro y oscuro entre los campeones en ejecuciones continúan estando los Estados Unidos o Arabia Saudí, aunque es cierto que por detrás de Pakistán e Irán (seguimos con datos de la propia Amnistía Internacional). Todavía quedaban en el mundo, a finales de 2015, 20.292 personas condenadas a muerte.

Si hacemos un recorrido por un mapa mundi nos damos cuenta de esos pequeños pasos que algunos países están dando al abolir la pena capital. Son pocos; los últimos República del Congo, Fiji, Madagascar y Surinam. Pero de nosotros depende que sean grandes victorias porque salvar las vidas de las personas debe de considerarse como un gran paso de toda la Humanidad. Luchar en defensa de los derechos humanos debería ser una máxima y debería estar en las agendas de todos los estados, sobre todo aquellos que pueden incidir sobre otros.

Como muestra pensemos en nuestra "fraternal y económica" relación con Arabia Saudí y así nos daremos cuenta del nivel de presión que nuestro país, puede ejercer y que no ejerce a nivel institucional, lo que nos llega a avergonzar. Nuestras relaciones comerciales bilaterales con el país parecen estar muy por encima de nuestra responsabilidad como defensor de los derechos humanos porque si no, no es posible pensar que en todos estos años no se haya hablado precisamente de ello en los múltiples viajes de nuestros gobernantes a ese país. El exministro de Interior Fernández Díaz, la exministra de Fomento Ana Pastor, el ciudadano Felipe o el ciudadano Juan Carlos, el actual ministro de Economía, De Guindos, los secretarios de Estado de Comercio o de la Aviación Civil... amén del resto de ministros de Defensa o Exteriores. Tanto y tantos, innumerables viajes todos los años, no han logrado que ni siquiera una vez se haya puesto en entredicho el desprecio que el rey Salman y su Gobierno tienen por la vida humana y por los derechos humanos en general. Qué decir tiene el desprecio por la vida y la dignidad de las mujeres saudíes, que daría para otro relato igual de duro y cruel.

Claro que nuestro país ha dado pasos en dirección contraria en la defensa de los derechos humanos. Vamos a recordar cómo el anterior Gobierno de Rajoy acabó con la jurisdicción universal, una herramienta de los jueces de cada país para investigar crímenes de Derecho Internacional cometidos por cualquier persona en cualquier lugar del mundo. Nuestro país ha ido minando la Justicia Universal desde la primera reforma de 2009 con el Gobierno de Zapatero, en la que se limitó la capacidad de investigar delitos contra la Humanidad, archivándose entonces casos de asesinatos perpetrados por el ejército israelí contra la población palestina o los casos de los ocho jóvenes asesinados por el ejército marroquí en 1976 para llegar a la última andanada del Gobierno de PP, que acabó con la justicia universal tras la orden de detención lanzada por la Audiencia Nacional sobre la anterior cúpula militar y política de China, para así evitar una crisis diplomática con el gigante asiático. En ese punto estamos en la actualidad y así podemos entender cómo el derecho a la vida y contra la pena de muerte no es una preocupación del Gobierno de nuestro país a pesar de ser una causa con mucho apoyo social. Priman las relaciones comerciales, "la pela es la pela".

Me viene a la cabeza ese anuncio que dice "si tienes que pelear, pelea; cuando sueñes, sueña; cuando lo intentes, de verdad inténtalo", porque eso es lo que muchas personas activistas recorren las redes sociales, el mundo, las ciudades, con todo lo que tienen a su alcance para denunciar, trabajar, defender; y no siempre ganan, no siempre se les atiende, no siempre se comprende su altruismo pero siempre se les debe respetar.

Ojalá este año 2016 sea el último en que las ciudades tengan que iluminarse por la vida y contra la pena de muerte.

Compartir el artículo

stats