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Gibraltar

Los fundados temores de los llanitos a un descalabro como consecuencia del "Brexit"

En el referéndum convocado para ver si los británicos se largaban de Europa, los gibraltareños votaron masivamente por quedarse. De ninguna manera querían romper el cordón umbilical que les une con España a través del istmo. Ya sufrieron bastante donde duele, que es en el bolsillo, cuando Franco cerró la verja allá por la década de los años sesenta, que no se volvió a abrir hasta que llegó Felipe González, mire usted.

El Generalísimo utilizó mucho la exaltación de las glorias imperiales pasadas para atraer adhesiones inquebrantables. Símbolos de aquellas eran el conocido aguilucho de los Reyes Católicos, que plantificó en la bandera, y las columnas de Hércules enlazadas con una cinta con el lema "Plus Ultra", que en latín significa "más allá" y que bordean el escudo de España desde la época de Carlos I para proclamar que la puerta del Atlántico se había abierto hacia el nuevo mundo americano.

Gibraltar era una de esas columnas y al Régimen le dolía como una espina clavada en el corazón que permaneciera ocupada y hollada por la pérfida Albión, que era una democracia burguesa y, por tanto, degenerada, no como la que impuso el Generalísimo aquí, que era verdadera porque era orgánica.

La otra columna preocupaba menos, porque era el monte Hacho de Ceuta y allí estaban los regulares con su faja azul y los legionarios que se reconocían, aunque no llevaran el uniforme, por sus tatuajes, que por aquella eran los únicos que se guarreaban la piel con esas pinturas incrustadas con tinta china.

Los ancianos más provectos tal vez recuerden en su lucidez las manifestaciones multitudinarias que por aquellos años se desarrollaron al grito de "Gibraltar español". Los que no lo sean tanto, pero se encuentren ya felizmente jubilados, puede que aún retengan en la memoria aquellos libritos de tapas azules y flácidas con los que se estudiaba una asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional, que generalmente se conocía por su acrónimo como FEN y que formaba la trilogía de las "marías" junto con Religión y Gimnasia, que había que esforzarse mucho para poder suspenderlas.

Con esos cuadernillos pobremente impresos, que la cosa no estaba para dispendios, se pretendía inculcar en los chiquillos el espíritu patriótico con historias que concluían con un resumen de la lección moral que debía extraerse de la misma a modo de consigna. La verdad es que a veces se les iba la mano, como en la lección que relataba cómo cincuenta aguerridos falangistas se defendieron heroicamente durante días del brutal cerco y ataque de cinco mil rojos apoyados por quinientos tanques rusos. Es esta una lección imposible de olvidar porque, aún en mi infantil condición, aquello ya me pareció una desmesura y una extravagante exageración. No tenía nada que ver con esa historia, pero recuerdo también la consigna con que se resumía otra que era: "Gibraltar, Gibraltar, tierra amada por todo español".

Los llanitos nunca han querido que la Roca retorne a dominio español. Se consideran británicos. Siempre hemos escuchado a todos los ministros principales de la colonia decir "nozotro lo ingleze", en perfecto gaditano, del mismo modo que se refieren a "Ibrartá", que los propiamente ingleses pronuncian salvajemente algo así como "Yibroltar". Hay que ver en que ha derivado Yebel Tarik, que es el nombre que le pusieron los árabes, que viene a ser monte de Tarik, en honor del jerife de las tropas sarracenas que invadieron la península ibérica. Los griegos y romanos llamaban monte Calpe a esa columna de Hércules donde para ellos se acababa el mundo.

Ahora, el "Brexit" ha puesto en un brete a los llanitos, porque no quieren que la verja vuelva a cerrarse. Quizá, por fin, pronto ondee la bandera española en lo alto de la peña. Todo dependerá de que Gibraltar pueda seguir siendo un paraíso fiscal.

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