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Presidente del Club Popular de Cultura Llaranes

Un símbolo bajo la piqueta

El inminente derribo de la marquesina del Pozón, una pieza icónica además de útil

Ya han dado inicio las esperadas obras de mejora de la avenida de Santa Apolonia, una de las principales vías de comunicación del concejo de Avilés que será finalmente remozada respondiendo así a una de las grandes peticiones de los vecinos de la misma desde hace años. El proyecto contempla la ejecución de los trabajos en el tramo comprendido entre la glorieta de los Canapés y, aproximadamente, el acceso a la iglesia parroquial de Villalegre.

Esto va a afectar especialmente a la intersección que comunica Llaranes, La Rocica y El Pozón, para la cual el Ayuntamiento presentó dos posibles soluciones. La primera de ellas pasaba por mantener el cruce y la marquesina con las correspondientes mejoras. La segunda consistía en el derribo de la parada del autobús y la construcción de una rotonda que agilizase el tráfico y evitase los colapsos actuales. Tal cual, o blanco o negro. Con marquesina o sin marquesina.

La Alcaldesa de Avilés se desplazó a Llaranes para explicar a los vecinos ambas posibilidades, que facilitarían la posterior consulta ciudadana planteada desde el Consistorio, en la que participaron 638 personas de los 6.312 censados (de manera electrónica y presencial). Una votación en la que resultó ganadora la opción de la rotonda pero que, con una participación del 10,1%, debería de ser tomada, como mínimo, con cierta cautela. Por el contrario, parece ser vista como suficiente para la legitimación del derribo.

El objeto del debate se centraba en la posibilidad de demolición de la marquesina de autobús, que en su día lo fue del tranvía eléctrico de Avilés y que ha formado parte de la vida de la ciudad desde su construcción hace unos cincuenta años. La obra es un ejemplo de arquitectura de movimiento moderno que carece de cualquier tipo de protección patrimonial y que destaca por su diseño singular y por su personalidad propia, lo que ha permitido que se haya convertido en uno de los pocos, sino el único, símbolo de la zona del Pozón.

A estas características se une la importante apreciación de que aún sigue cumpliendo la misma función para la que fue construida. Esto parece no ser especialmente relevante cuando al término de la reunión anteriormente citada un técnico municipal nos espetó, al que suscribe este artículo y a otros historiadores presentes, que la marquesina es "un trozo de hormigón que no sirve para nada", demostrando así no sólo que no conoce la realidad patrimonial de Avilés (tan plural y diversa), sino que no tiene ningún tipo de reparo en faltar al respeto a los vecinos de la zona, para los que la visera se ha convertido en todo un icono de los barrios circundantes. Con un componente tan importante como el sentimental, podemos decir que a esta arquitectura se le dedicaron pocos segundos en la exposición de los proyectos en dicha asamblea.

Cabe pensar que lo lógico sería que esta construcción contase con algún tipo de consideración que, cuanto menos, permitiese la valoración por parte de los técnicos de algún proyecto alternativo que contemplase el traslado de la marquesina, por qué no, al centro de la rotonda. Una solución cara que, si se descartase el costoso pavimento elegido para las aceras y la ejecución de una réplica de la parada, podría ser viable. Y es que pese al citado "referéndum", el Ayuntamiento no está exento ni legal ni, en este caso, moralmente de conservar el patrimonio que nuestros antepasados nos legaron. Si pasó con el cine Patagonia de Miranda, en pleno proceso de catalogación, qué no pasará con la marquesina, totalmente desamparada legalmente. Quizás urge la presencia de un técnico de pPtrimonio en el concejo, que sea historiador o historiador del arte.

Tan sólo ochenta y dos votos de diferencia entre los partidarios de la rotonda y los del cruce, asumiendo así la ejecución de una réplica que en el ámbito artístico va a resultar un falso histórico y que, únicamente desde lo sentimental, tendría algún tipo de valor, descontextualizada de lugar y función. Y mientras tanto, en un ejercicio de irresponsabilidad política, la marquesina original cae ayudada con una piqueta con la que ya estamos acostumbrados a convivir en Avilés. No puedo evitar citar ahora elementos de un interés tan grande como lo eran los edificios de la central térmica de Ensidesa, el de control térmico o la residencia de ingenieros en el centro de la Villa.

Avilés está considerada una ciudad de gran relevancia desde el punto de vista patrimonial e histórico. Es algo indiscutible. Y esto es así gracias a la diversa naturaleza de sus elementos de interés. Porque, efectivamente, el patrimonio de la época de la industrialización es también algo único en España. Hubo buenas actuaciones como la recuperación del parque de bomberos de Ensidesa o la paralización del derribo de la central telefónica de la misma factoría. Pero, mientras tanto, el maravilloso poblado obrero de Llaranes sigue sin ser un recurso turístico como lo es el de Bustiello en Mieres, o la iglesia de Álvarez Castelao de la dársena de San Juan de Nieva se ve sumida en un profundo abandono entre pilas de carbón.

Hemos tenido que sufrir cuantiosas pérdidas importantes que van mermando cada vez más la singularidad de la ciudad. Necesitamos recapacitar antes de que la marquesina del Pozón, icono de tantos años y personas, caiga para siempre. Ese día, quizás, tendremos que empezar a plantearnos si realmente Avilés es la Atenas de Asturias.

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