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Cambiar en enero

Las promesas que hacemos con el nuevo año

Nuestras promesas para el año nuevo, lo que prometemos cambiar en enero, se enfrenta a la experiencia, personal y colectiva, de que los cambios casi nunca se llevan a cabo y todo sigue como estaba. Al final, las promesas terminan siendo un deseo más que una determinación efectiva. En enero, lo único que cambiamos son los regalos. Ahora, a caballo regalado sí le miramos el diente. Incluso se lo retorcemos. Claro que la culpa es de quien regala porque antes de que digas nada ya te están diciendo que si no te gusta puedes cambiarlo. Quita, quita, ya no es que me guste, me encanta. No sabes el tiempo que llevaba pensando en comprarme algo así. La contestación es de libro, viene en el manual de respuestas sencillas para hipócritas sin talento. Lo malo que después del entusiasmo inicial, pasados unos minutos, vuelven a mirar el regalo, esbozan media sonrisa, y es fácil adivinar en qué acaba. ¿Has dicho que puedo cambiarlo?

En esas estamos. Este lunes de enero, las tiendas volverán a llenarse de gente, cargada con bolsas, pero no es por las rebajas, es por los regalos. Por esa costumbre que ha ido ganando terreno hasta llevarnos al absurdo de que los regalos no se hacen para que los disfrute quien los recibe, se hacen para que pueda cambiarlos por otra cosa.

En realidad, pocos son los regalos que no admiten cambio pero, todavía, hay alguno que tenemos que quedarnos con él, aunque nos apetezca cambiarlo. Ahí están las elecciones de Cataluña, que son lo que ya teníamos y no admiten devolución. Los electores han vuelto a regalarnos el mismo traje y habrá que ver como lo gastamos. Tal vez combinándolo mejor y procurando no mancharlo con algún lamparón.

Hablando de regalos, también la Real Academia Española de la Lengua nos ha regalado, estas navidades, un montón de palabras que han pasado a ser aceptadas. Una de ellas es posverdad, cuya definición resumen así: "Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales". Nada nuevo, pues la nueva palabra viene a significar lo mismo que la vieja demagogia, solo que la han envuelto en papel de regalo para que parezca distinta.

Como ven, apenas hay cambios. Enero es un mes viejo lleno de viejas promesas que nunca se llevan a término. De modo que, casi, tenemos que agradecerle al Gobierno que no se haya propuesto cambiar nada. Dudo que lo creyéramos si hubiera dicho lo contrario pero lo cierto es que ha prometido seguir con la misma política porque, en su opinión, está dando buenos resultados. No piensan lo mismo la mayoría de los españoles pues un estudio de Socio Métrica, realizado la última semana de 2017, señala que el 58% de los ciudadanos considera que España ha ido a peor y que la situación, política y económica, lejos de mejorar, empeorará en 2018.

Según el citado estudio somos menos optimistas que el año pasado por estas fechas. Debe ser que, al final, nos hemos convencido de que solo podemos cambiar los regalos y no todos. Cambios es indudable que sigue habiéndolos pero los que se producen no son los que queremos ni cuentan con nuestro permiso. Nosotros apenas podemos cambiar nada, a pesar de que todo cambie y acaben echándonos la culpa y haciéndonos responsables.

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