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Vita brevis

Memoria del Holocausto

El 27 de enero se recuerdan las atrocidades nazis en los campos de concentración

A mediados de enero del año 1945 las tropas soviéticas habían llegado en su contraofensiva hasta Cracovia, capital cultural y universitaria del Sur de Polonia. En su camino victorioso hacia el Oeste, el 27 de enero entraron en las gigantes instalaciones de Auschwitz-Birkenau, donde encontraron lúgubres e infectos barracones, hornos crematorios, multitud de cadáveres y algunas escuálidas figuras que deambulaban desorientadas por aquel espanto. En el arco de entrada de aquel recinto figuraba grabada, en alemán, la leyenda "Arbeit macht frei" que, al cambio, viene a decir "el trabajo hace libre", que sólo puede entenderse como sarcásticamente referido a la liberación del sufrimiento del trabajo esclavo que supone la muerte.

Setenta años después, la Asamblea General de la ONU aprobó, por unanimidad, una resolución por la que declaró el día 27 de enero de cada año como Día Internacional en Conmemoración del Holocausto, que es como acabó conociéndose a aquella escabechina de eliminación masiva e industrial de los judíos y otros elementos desafectos al régimen nazi, perfectamente ideada y diligentemente llevada a la práctica por eficientes funcionarios, que los alemanes llamaron "Endlosung der Judesfrage", que viene a traducirse como "Solución final a la cuestión judía".

Esto de llamar Holocausto al genocidio del pueblo judío es cosa de los ingleses. Los holocaustos eran los sacrificios que se hacían quemando la totalidad del bicho que se ofrecía a la divinidad, y ya se sabe que a los pedantes ingleses les encanta todo lo que esté dicho en griego o en latín. Así que, con esa palabra, comenzaron a designar a los incendios con múltiples difuntos, que eran tan frecuentes en las penosas viviendas preindustriales. Posteriormente, extenderían el significado del término para designar cualesquiera otras catástrofes con numerosas víctimas, como la de los campos de concentración nazis.

A mediados del pasado siglo el estado de Israel ya había establecido un día para conmemorar a las víctimas de aquella barbarie, pero la fecha señalada fue otra. Allí, en hebreo, se le conoce como "Yom Hashoá", que significa "Día de la Catástrofe", que se fijó en el 27 del mes de Nisán del Calendario judío y que coincide con la octava de su Pascua, que siempre cae en primavera. Conmemoran con ello el levantamiento del gueto de Varsovia, en el año 1943, en el que se alzaron sus más jóvenes, izquierdistas y aguerridos habitantes contra los guardianes arios de las SS, a los que tuvieron en jaque nada menos que durante un mes. Ese día es feriado en todo Israel y, a las 10 en punto de la mañana, comienzan a sonar todas las sirenas durante dos minutos, parándose todos los vehículos por ese tiempo, allí donde se encuentren, de los que salen sus ocupantes para permanecer de pie y silenciosos, al igual que hacen los peatones, en respetuoso recuerdo de cuantos murieron en aquella desmedida locura.

Como señala la ONU, el recuerdo del Holocausto es necesario para que no se vuelva a repetir una monstruosidad semejante. Mucha gente podría pensar que ahora sería impensable que se repitiera, con tanta ciencia, tecnología y cultura que poseemos. Pero lo cierto es que el pueblo alemán era el más avanzado científica, tecnológica y culturalmente de ese momento, y ya ve usted que Hitler ganó las elecciones y todos sucumbieron a sus aberraciones. Todo un pueblo culto y refinado terminó cautivo de la locura, incluidas las víctimas que nunca se acabaron de creer el final al que estaban destinadas. Sólo unos pocos, arios y judíos, tuvieron la lucidez y el coraje de resistir. Conviene recordar el Holocausto para que las gentes no sigan a los voceros de sus sentimientos, pues es fácil acabar mentecatos de ellos.

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