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Crítica / Arte

En el umbral de la visibilidad

Juan Falcón (Oviedo, 1985), técnico superior en Grabado y en Técnicas de Estampación por la Escuela de Arte de Oviedo, es sobre todo un pintor; en su ADN lo pictórico se encuentra muy presente, como en sus creaciones y en sus investigaciones visuales. Si en sus primeras lienzos el espíritu barroquizante, toques de irrealidad y un fuerte cromatismo, definían la propuesta, en sus últimas series "Semillas de hoy", premio al proyecto expositivo a la producción 2017 en Valey Centro Cultural de Castrillón, abandonaba la intoxicación, excitación y contaminación barroca para emprender una sutil representación de humildes briznas de hierbas, un trabajo definido por la repetición, el ritmo sin rima, pero conformando una poética de lo mínimo, una expresión de acento armónico sin la exuberancia de sus anteriores pinturas. Sirviéndose de pantallas para fusionar pintura y vídeo en una secuencia repetitiva, en un bucle de movimiento.

El núcleo de esta exposición, que previamente fue seleccionada por un jurado y se pudo contemplar hasta hace uno días en la Sala Borrón, se encuentra en esos antecedentes y en las obras agrupadas bajo el título "Luces de hierba", continuadoras de esas notas de tonalidades verdes, y añadiendo al marco luces que modifican la percepción. Estos trabajos pensados para colgarlos de las redes sociales, concretamente de Instagram, generan diversos "hashtag" que se exhiben en la muestra, en un lienzo de gran formato que se vincula más al concepto que a la pintura. En estos trasvases entre lo digital y la materia, en estos itinerarios visuales, navegaciones por redes, en la "génesis de las imágenes" -como señala la comisaria Ana González Fernández en el díptico de la exposición- "su alcance narrativo y el tejido nudoso de diferentes símbolos que habitan en nuestro imaginario cultural se rebelan como constantes" en la propuesta del artista.

No se trata de utilizar el software como hizo el pintor Mark Napier en "Wainting Room" (2002) creando una pintura en movimiento, sino de materializar pictóricamente diversos aspectos de la Red. Los logos de Twitter o de YouTube tienen su reflejo en el lienzo, un "remake" del grado cero de la pintura de Kazemir Malevich. Las iconos pintados con acrílico blanco sobre óleo del mismo color, en el umbral de la visibilidad, expresan serenidad y silencio, a diferencia de las redes sociales que expanden y aceleran el tiempo, que viven la ansiedad del acontecimiento, la desmaterialización, la fugacidad de la representación. En dos terminales se repiten los "gifs" "loading" y "spam", reflejando los fallos y abusos en el flujo de información, las quiebras en el sistema.

Y Juan Falcón trae la imagen a la realidad, la vuelve presencia, pintura, la congela, la economiza, la fragmenta, consciente de la imposibilidad de una perspectiva global, de que no hay imagen del mundo posible cuanto todo se vuelve mercancía inmaterial deslizándose acelerada por los circuitos digitales. Si acaso, nos queda la pintura, como imágenes que van despareciendo, próximas a la invisibilidad, que el artista nutre, con la materia, estableciendo nuevas relaciones diacrónicas.

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