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Portavoz municipal de Izquierda Unida

Será por perres

Ante el anuncio de la subida del billete de autobús a 1,55 euros

Avilés vuelve a estar a la cabeza de los rankings. El problema es que en numerosas ocasiones nuestra ciudad encabeza estos podios por motivos poco enorgullecedores como la contaminación.

En esta ocasión, tras la subida anunciada esta semana, Avilés lidera el precio del billete de autobús a 1,55 euros. En Gijón, cuesta 1,25 euros y en Oviedo, 1,20 euros, por ejemplo. A la vez que anunciaban la subida se informaba de "la gratuidad del billete para menores de 12 años y ampliar y mejorar los descuentos para personas mayores". Sin embargo, la subida a 1,55 euros ya entró en vigor mientras que estas medidas no lo están todavía porque siguen a la espera de la firma de un convenio. Hay prioridades.

El hecho de tener uno de los billetes más caros de España (en Madrid cuesta 1,50 euros el billete) viene aparejado a un sistema que, por decirlo de forma suave, es muy deficiente. Las líneas de autobús, reformadas no hace mucho, responden a criterios económicos y de rentabilidad en vez de regirse por motivos que sustenten el carácter social y de servicio público que éste transporte debería tener.

Muchas líneas han disminuido sus frecuencias, sobre todo en los barrios y zonas más alejadas de la ciudad, y en fines de semana y festivos ésta reducción es más sangrante aún. Desde el Consorcio de Transporte de Asturias se alude a la poca utilización de estas líneas como motivo para reducir las frecuencias. Es la pescadilla que se muerde la cola. En muchas de estas zonas (Miranda, Valliniello, Jardín de Cantos, Llaranes, etc.) la población es muy envejecida, y la poca gente joven que vive en esos barrios usa, en su mayoría, coche privado. Si desde el Ayuntamiento no se garantiza un transporte público económico, eficiente y con frecuencia en las líneas, la poca gente que utiliza el transporte tiende a utilizarlo menos. A menos uso porque no hay una buena frecuencia, menos líneas y regularidad. Un círculo vicioso que tiene una víctima clara: nuestros barrios y la gente más envejecida.

El transporte público, como ya dije, tiene que entenderse como un bien social y no en términos económicos. Sólo si interiorizamos ese principio, seremos capaces de fomentarlo. Todo lo demás será trabajar por deteriorarlo. Además, Avilés lleva demasiado tiempo esperando por un Plan de Movilidad que realmente revolucione la forma de entender, utilizar, vivir y disfrutar la ciudad. El transporte público tiene que ser un elemento central y vertebrador de este plan de movilidad, en la que invirtamos la pirámide que ahora mismo tiene nuestra ciudad: primero peatones, después transporte público y bicicletas y por último, el coche privado.

Si sumamos un precio elevado del billete, escasez en las líneas, criterios económicos y ausencia de un plan de movilidad el resultado es muy perjudicial para nuestro transporte público y concepto de ciudad para vivirla.

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