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Campeones de la humildad

El atleta paralímpico Alberto Suárez Laso y el judoka José Antonio Gandoy, ambos hijos de mineros, comparten ejemplaridad por encima de los éxitos

José Antonio Gandoy, en un combate. LNE

Los insignes deportistas asturianos Alberto Suárez Laso y José Antonio Sánchez Gandoy, cada uno en su modalidad, siguen cosechando triunfos nacionales e internacionales sin que sus éxitos cambien su forma de ser y de actuar. Discretos, humildes, constantes en el esfuerzo y con un gran afán de superación, tienen los pies en el suelo y comparten que por encima de los éxitos deportivos, que son pasajeros, siempre prevalecen las personas. Ambos son hijos de mineros, uno de Riosa y el otro de Figaredo.

Alberto Suárez Laso (Riosa 1977) representa todo un ejemplo de progreso, esfuerzo y superación que le han permitido conseguir recientemente la medalla de plata en el campeonato mundial de atletismo paralímpico celebrado en Doha y ha sido el primer atleta español en alcanzar la clasificación directa para su participación en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro en 2016.

Comenzó a practicar el atletismo en 2007, a la edad de treinta años, después de haberle sido diagnosticada una lesión ocular de degeneración macular con pérdida severa de visión que se ha reducido a tan solo un 10% en cada ojo. Su tesón y esfuerzo le catapultaron, en apenas cuatro años, a colgar sobre su cuello la medalla de oro en la prueba de maratón en los Campeonatos del Mundo celebrados en Nueva Zelanda en 2011 batiendo asimismo el récord mundial. En ese mismo campeonato consiguió también la medalla de bronce en la prueba de 10.000 metros. En febrero 2012 batió de nuevo su propio récord mundial en la maratón de Sevilla y en junio ganó la medalla de oro en 5.000 metros en los Campeonatos de Europa celebrados en Holanda y, finalmente, ganó la medalla de oro en la maratón de los Juegos Paralímpicos de Londres de ese mismo año batiendo el récord olímpico y del mundo. Casi nada.

En 2014 alcanzó el oro en la prueba de 5.000 metros en el Campeonato de Europa celebrado en Swansea, en Reino Unido, y en abril 2015 se proclamó subcampeón del mundo de maratón en Londres antes de obtener el pasado octubre la medalla de plata en el Mundial de Doha.

Previamente a sus éxitos internacionales, fue campeón de Asturias en 10.000 metros en 2009 y subcampeón y medalla de plata también en 10.000 metros en el campeonato de Europa celebrado en Grecia ese mismo año.

Alberto pasó su infancia y adolescencia en Riosa, y estudió formación profesional en la Fundación Masaveu de Oviedo donde se especializó en 1996 como técnico en la rama del metal en máquinas y herramientas.

Antes del atletismo, practicó durante una década el fútbol sala jugando como portero en el Monsacro Mostayal de La Foz de Morcín, equipo en el que también ocupó cargos en su junta directiva.

Alberto no se rinde nunca ante los muchos obstáculos que le ponga la vida ya que piensa que se pueden superar con esfuerzo y le llena de orgullo que sus logros deportivos puedan servir de ejemplo para otras personas discapacitadas. No le gusta ser centro de atención y le hace feliz demostrar a los demás que con esfuerzo e ilusión es posible superar muchas barreras. Del shock de un diagnostico irreversible ha pasado a la gloria olímpica en apenas cinco años y ha encontrado en el atletismo la vía y el camino para sobreponerse a su ceguera. Pese a sus éxitos deportivos Alberto afirma que "siempre hay que tener los pies en el suelo y saber dónde se pisa porque el éxito pasa y siempre queda la persona. El camino es duro pero puedes lograr tus objetivos si estás dispuesto a luchar por ellos. Antes me gustaba correr, ahora no puedo vivir sin correr".

José Antonio Sánchez Gandoy (Figaredo 1950) ha sido el primer judoka asturiano en alcanzar el Hachi Dan, cinturón negro Octavo Dan de Judo, tras superar el examen celebrado el pasado 20 de junio en la sede de la Federación Española de Judo. Recibirá oficialmente el título el próximo 19 de diciembre durante la gala de la federación en Madrid.

Anteriormente, en noviembre de 2005 fue el primer asturiano en conseguir el Séptimo Dan de su historia y el sexto lo alcanzó en 1992.

Gandoy destaca por ser maestro entrenador nacional, profesor numerario, arbitro nacional, cinturón negro e instructor de Jiu-Jitsu (Defensa Personal), profesor e instructor de varios cuerpos de seguridad incluidos algunos miembros del círculo de seguridad que protege al Rey de España, juez nacional de katas, miembro de la comisión nacional de Grados, componente de la Comisión Delegada de la Federación Española de Judo, Seleccionador Regional de katas de judo, profesor de musculación y sistemas de entrenamiento con pesas, miembro de la Comisión Nacional de Cinturones Negros, responsable de los programas técnicos para profesores de judo y danes de toda España, además de ser miembro de la Comisión Delegada Nacional y director de la Escuela Técnica Regional.

Estuvo presente como colaborador de la Federación Española en las Olimpiadas de Barcelona 92 donde fue invitado a los entrenamientos privados de la selección japonesa, hecho que le marcó su devenir deportivo, y también asistió a la Olimpiada de Atenas 2004 y a los campeonatos mundiales de Maastricht 1981, Moscú 1983, Dusseldorf 1987, Belgrado 1989, Barcelona 1991, Toronto 1993, Tokio 1995, París 1997, Birmingham 1999, Munich 2001 y Rotterdam 2009.

Nacido en Figaredo en junio de 1950, este hijo de minero comenzó a practicar judo a los 19 años cuando un médico se lo prescribió para superar unos pequeños problemas de salud. Posteriormente, compaginó su afición al judo con su trabajo como empleado de Cajastur, entidad en la que se prejubiló recientemente. Discípulo del gran maestro japonés Shu Taira, Gandoy entiende que "el judo es un deporte educativo de primer orden. En Japón es deporte obligatorio en los ciclos escolares de enseñanza por su estimable valor pedagógico. En Francia, se sigue un camino parecido y ha sido designado por la Unesco como el deporte más formativo para la edad infantil". Entre los alumnos de Gandoy destacan preseleccionados para campeonatos del Mundo, componentes del equipo nacional y múltiples medallistas en campeonatos de España.

La clave de su éxito ha sido sacar lo mejor de sí mismo y afirma que "el judo precisa y consigue una mejora en la coordinación, el equilibrio, la flexibilidad, la resistencia y la fuerza. Además, fomenta unos grandes valores formativos, siendo sus bases el respeto al entorno y al rival, la educación o la proporcionalidad. Un judoka lo es dentro y fuera del tatami".

Tanto Alberto como José Antonio, aunque son de generaciones distintas, representan el afán de superación como desarrollo interior de la persona y nunca presumen de sus éxitos deportivos porque ambos conjugan la humildad con el esfuerzo. Han triunfado como deportistas pero, sin duda, también como personas. Un ejemplo a seguir por nuestra sociedad actual en la que prevalece el obtener el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo.

En esta región nuestra, saturada de premios y reconocimientos que en muchas ocasiones se reparten siempre los mismos, no estaría mal que el Gobierno del Principado les tuviera en cuenta para sus Medallas de Plata o que los Ayuntamientos de Riosa y Mieres, respectivamente, les nombrase Hijos Predilectos porque los méritos de estos campeones transcienden el ámbito deportivo al convertirse en claros referentes sociales por su ejemplaridad como personas de gran humildad, discreción, constancia y afán de superación.

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