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Portavoz del Partido Popular de Siero

Un gran alcalde y mejor persona

Adiós a un paisano en el más amplio sentido de la palabra

Asturias, tan rica en matices, tiene expresiones que resumen a la perfección las cualidades y la calidad humana de una persona. Cuando de alguien decimos "es un paisano", nos referimos a quien es hombre de palabra, leal, honesto, honrado, de fiar, trabajador y amigo de sus amigos.

En Siero, cuando hablamos y nos referimos a José Aurelio, todos sabemos de quien hablamos y de lo que hablamos. En él se compendian todos los adjetivos de un paisano y mucho más. Fue su forma de vivir, de trabajar y de defender sin dobleces lo que creía justo, lo que le hizo ganarse a todos.

José Aurelio era un paisano en el más amplio sentido de la palabra. Por encima de todo, un hombre de familia. Sus padres, José Ramón y Mercedes, su mujer Rosana y sus hijas, Lucía e Isabel, eran el norte que le guiaban y su cariño por ellos, algo presente en toda su vida. Una persona apegada a los suyos y que siempre los tuvo muy dentro de sí.

Hablar de José Aurelio es hablar de política en Siero. Siempre tuvo claras sus ideas y luchó por ellas dentro y fuera de la escena política. Desde muy joven canalizó sus inquietudes integrándose en el Partido Popular. Lo representó en tres legislaturas y durante cuatro años (1995 - 1999), fue el Alcalde de todos los sierenses. Su desempeño como Alcalde se recuerda y se recordará en cada una de las parroquias de nuestro concejo. Esto dice mucho de lo que supuso su paso por el consistorio. Se caracterizó por el diálogo y la combinación de la firmeza de la defensa de las propuestas del Partido Popular con la negociación y el consenso que le permitieron una gestión eficaz y buena para Siero y todos sus vecinos.

Como buen político (y buen paisano), consideró que los cargos públicos no eran una propiedad privativa y decidió reincorporarse a su profesión como abogado. Sus cualidades personales le permitieron labrarse una reputación profesional intachable.

Pero José Aurelio nunca dejó sus inquietudes intelectuales y políticas. Desde la segunda línea siguió colaborando con el Partido Popular en todo lo que podía. Su entrega era altruista y convencida y siempre fue un referente para todos los afiliados.

En mi recuerdo, estará muy presente la larga charla que compartimos antes de las últimas elecciones municipales. Fue una tertulia extensa e intensa, salpicada de reflexiones sobre la difícil coyuntura a la que nos enfrentábamos, unos cuantos consejos que me dio desde su experiencia y, sobre todo, su ánimo y respaldo para enfrentar un reto no exento de dificultades. Supo, como nadie, aportar ese valor añadido que siempre deben conllevar las opiniones y los consejos.

Nos deja a todos un gran vacío. Una persona como él no tiene recambio. Todos vamos a echar de menos sus consejos, sus opiniones mesuradas y su sonrisa balsámica; pero esto no es una despedida, pues su huella ya es imborrable en la memoria y en los corazones de todos los que tuvimos el privilegio de conocerle. Hasta siempre Alcalde, descansa en paz.

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