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La linterna mágica

Una butaca vacía

Mis padres estuvieron a punto de llamarme "Jonathan". Bueno, en realidad querían llamarme "Yonatan", porque a mi madre eso de la "J" inglesa no le sonaba nada bien. La fortuna, encarnada en el cura de Sama (que no veía claro lo del nombrecito), hizo que recapacitasen. El caso es que, a lo largo de mi vida, un par de personas me han rebautizado como "Jonathan": la mujer de un amigo (que dice que tengo "cara de Jonathan") y el gran Javivi, un habitual del extinto Marcelo Rock-Bar. Lo de Javivi, en todo caso, era más bien una estrategia: él llamaba "Johnny" a todo el mundo. A cambio, el tipo nunca olvidaba una cara ni un riff de guitarra. Javivi se fue a la otra orilla, y su partida no provocará cambios en el callejero. Como todos los desheredados, como nosotros, los resistentes y angustiados hijos de la clase obrera, sólo dejará una butaca vacía, un chupito a deber y un recuerdo imborrable en quienes compartimos con él alguna noche de ebriedad y rocanrol. Dale, Johnny.

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