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El Cogollu

Calidad natural

"Sidrerías de Asturias. Calidad Natural" se va a leer en los establecimientos acreditados por el Principado. Soplan vientos de cambio aunque sin giros radicales como es habitual en un sector ligado a la tradición. En este tiempo quien no avanza retrocede. Ya han hablado voces reconocidas y amigas, como Orlando Valledor ó Belisario Suárez, y se percibe que, una vez más, como casi siempre, sobre la bebida regional resulta imposible poner a todos de acuerdo.

Asturias, la región más inteligente de España, la más razonable y la más clarividente, según Salvador de Madariaga, se enreda sin fin cuando trata de ordenar el revuelto mundo de la sidra, parte sustancial de la historia de Nava.

Pedro Sánchez, Víctor García, Aurelio Pérez, Alfredo Ordóñez, Julio Estrada, Ernesto Vigón, Manolo Zapatero y alguno que lamento olvidar, me introdujeron en un oficio para mi desconocido. Fernando y Juan Roza siguen guiándome con mano generosa. De los lagares pasé a las sidrerías en Oviedo. Allí gocé del buen hacer de José Antonio Prida en El Cantábrico, pero pronto llegó Gijón. Es de justicia recordar a Dionisio Viña, que me abrió las puertas del imperio sidrero gijonés, donde siempre han estado muy presentes los hijos de la Comarca de la Sidra. Viña me convirtió, pese a las intensas jornadas en la redacción, en un periodista muy casero: Casa Rubiera, Casa El Cartero, Casa Víctor, Casa Ataulfo, Casa Román, Casa Zarracina, Casa Justo, Casa Arturo. Y así una retahíla de inolvidables templos de culto diario, de calidad y calidez. En el arte de tirar la sidra el mejor era Constantino Mañana, Tino el Roxu. Una nueva generación mantiene la huella de Nava en Gijón con Orlando y Pedro Cáncer, dos hermanos de Pruneda que bregan con éxito en la hostelería sidrera.

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