La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Presidente de "Cubera"

El secreto de Carlos V

Sobre lo que hizo y comió el príncipe de Borgoña en Villaviciosa

Y mira que es desgracia, la nuestra, con la novela pretendidamente histórica. Aún sentimos reciente la trapisonda de una Villaviciosa convertida en ciudad de los herejes (2006) a la grupa de torpes leyendas. Ya antes (1946) había incurrido en falsa ficción Simone de Beauvoir con su novela "Todos los hombres son mortales". Por mucho que se fingiera presente en este episodio crucial de la historia, casi nada de cuanto imaginó la prestigiosa Beauvoir, casi nada, tiene puntos de coincidencia con los relatos de testigos del suceso histórico de los que disponemos.

Pero no fue sólo la autora de "El segundo sexo", no. Desde aquí estamos empecinados en inventar hechos que no tienen veracidad alguna. Inspirados sólo en el afán de convertir aquella historia en reclamo de turismo. Decir que el adolescente de Borgoña, a sus 17 años, padecía de la gota, es una butade que se va introduciendo recientemente contra toda verosimilitud.

La pompa y circunstancia de que se quiere rodear el centenario ignora cosas, esenciales, de una gravedad tal, que resta solemnidad a una venida que el propio actor medio olvidaba al dictar sus memorias en un crucero por el Rin.

Con justificada confianza deberíamos conocer y asumir el relato de Laurent Vital, inspirado, sí, en un designio de encomio de su príncipe, y que sin embargo luce todos los requisitos para ser tenido por veraz. Pues bien, hasta se llega a lanzar desconfianza sobre el testigo-cronista en beneficio de infundios que no tienen otra base que una deliberada ignorancia.

El príncipe de Borgoña -futuro Carlos V- llega fortuitamente a nuestra costa. El Consejo Real delibera sobre qué hacer: ir a Santiago a cumplir el voto formulado bajo la tormenta, o bien continuar al puerto de destino, que era ni más ni menos que Laredo. Y se produce una división: a Laredo continuará la gran armada, los cuarenta buques y sus auxiliares, pero una corte reducida, entorno del príncipe y de su hermana Leonor, se dirige y hospeda en "una pequeña vilita que -desde hacía ya doscientos años- se lamaba Villaviciosa". Cuatro días, en búsqueda de carretas y mulos para llevar los bagajes del rey y sus gentes mientras la armada continúa viaje y en una jornada llega a su destino. No hay anales que digan más.

Les orientan en el pueblo de acceso, que desde varios siglos ya se llamaba Es/Tazones. Por qué deciden venir a Villaviciosa, no nos lo dicen. Lo cual desata suposiciones tan endebles que nos inducen a suponer razones de otro fuste. A ver y saber qué nobles evitaban torciendo la ruta terrestre, la cántabra, dominada por qué señores de la tierra. Ahí queda el secreto de Carlos.

Un juego de intereses tiene las claves de aquel momento. Siempre se dijo que se evitaba el encuentro con Cisneros, a la espera de que el cardenal falleciera. La incompatibilidad de Cisneros con determinados castellanos dominantes en la corte carolina era clamorosa. Que en aquella brillante corte regresaban a Castilla muchos elementos de lo peorcito del reino, que habían huido de los rigores de Fernando el Católico, de Cisneros y de la Inquisición.

En Valladolid estaba esperando Bartolomé de Las Casas como enviado por los frailes mendicantes de La Española, para explicar y pedir corrector a la explotación esclavista de los indios. Pues bien, no perdamos de vista que el jefe de la Armada era el obispo Fonseca que tenía varios miles de indios "encomendados", que era tanto como esclavos. Que Lope de Conchillos -secretario del Consejo Real- tenía, entre otras sinecuras, más de mil indios encomendados.

Cuando hagamos los homenajes que sean de protocolo, las escenificaciones y, sobre todo, los loores, hemos de ser conscientes de que aquello que venía allí no era un cargamento de joyas humanas.

El mismo príncipe, ¿a qué vino? Fundamentalmente a dar un golpe de estado. La reina jurada por las Cortes era doña Juana, su madre. La cual si no pudiere o no quisiere reinar debía ser auxiliada por su hijo como regente. No como rey.

Villaviciosa se anticipa -indebidamente- a las Cortes (que se celebrarán en febrero del año siguiente) y le rinde homenaje como rey. A cuya sumisión él no responde evitando la validación de lo que está haciendo la corporación maliayesa. Algunas de estas consideraciones parece que tienen más peso que si Carlos comió caza, corderos, carneros o xatos. Cosa que no dicen los anales (¿cuáles son esos annales?) y sí se menciona en la primera noche la tortilla de manteca con huevos y carne de cerdo.

Compartir el artículo

stats