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¡Queda noche?!

Ante el fraude a los electores y el fracaso de las encuestas para encaminar y dirigir el voto

Los padres preocupados por nuestros adolescentes en esta España noctámbula del fin de semana, según pasan las horas y éstos no llegan, suelen llamarles por teléfono no sólo para saber de ellos, sino para indicarles que las agujas del reloj ya marcan las tres de la mañana y que deben regresar, ya que a partir de ese momento todo son problemas, aventuras, peligros innecesarios... Al otro lado del teléfono se oye la voz pletórica, festiva y segura del hijo que contesta:

-Papá, aún queda mucha noche, no te preocupes.

Esta escena habitual todos los fines de semana, y padecida por muchas familias, me vino a mí a la cabeza el pasado domingo, 26 de junio, cuando el señor Errejón, primer líder político que compareció ante sus militantes tras las elecciones, reconoció que, escrutado más del 50% de los votos, los resultados no eran favorables y que, de momento, no se cumplían los pronósticos, aunque esto no era definitivo, pues, en sus propias palabaras: "Queda noche".

Más que noche, quedaban escasas dos horas para ratificar los negros presagios y paladear el desencanto provocado entre sus votantes, no sólo por asegurarles que habría "sorpasso" al PSOE, sino que, incluso, se daría un empate técnico con el PP. Bien poco dura la ilusión en la casa del pobre, con razón dice Mariano Rajoy que a la política hay que llegar aprendido o, al menos, saber cuándo es aconsejable llevar corbata, pajarita o ninguna de ambas.

Una vez más, las encuestas han hecho de las suyas (y mira que cuestan dinero -la de TVE, 338.600 euros, aunque parece que tenía una cláusula para rebajar el precio si no acertaba-). En mi artículo "A votar", colgado en mi blog, de fecha 7 de junio, precampaña, denuncié el exceso de encuestas que se prodigaban entonces con la intención, según mi parecer, de canalizar, encaminar y dirigir el voto de los electores, y todo bajo ese mensaje inerte y pesimista, alentado en algunas tertulias y medios, de que no merecía la pena volver a votar, ni aprovechar esta segunda vuelta -la primera vez que ocurre en nuestra Transición-, pues el resultado de freno, de bloqueo, no se iba a cambiar, y mi voto, nuestro voto, no serviría para nada.

Pero, afortunadamente, los vecinos no se han dejado intimidar, han hecho balance y han puesto sus prioridades encima de la mesa y han votado buscando lo menos malo y lo más útil para todos, aunque eso suponga hacer concesiones, renuncias y reconocer que entre la España de 1936 y la de 2016, afortunadamente hay pocas semejanzas, por mucho que algunos quieran agitar y desestabilizar territorios y conciencias.

No es la primera vez que las encuestas intentan ser determinantes. Lo fueron en las dos elecciones generales anteriores, donde las encuestas y los medios permitieron que el Sr. Zapatero resultara elegido Presidente por segunda vez en 2008, un 9 de marzo, a pesar de habernos ocultado la crisis económica y de votar los ciudadanos sin la información necesaria y solvente -un auténtico fraude electoral-, y cuando éste nos llevaba al desastre activaron sus mecanismos para fabricar la mayoría absoluta de Rajoy (20 de diciembre de 2011), pues era preferible que llegara éste antes de que el derrumbe de la casa nos atrapase a todos, especialmente a ellos.

Esto, que es una mera intuición de quien les escribe, sin más méritos que sus lecturas, daría pie a un interesante trabajo de estudio del comportamiento de los medios, las encuestas y los intelectuales durante esos dos períodos electorales, y quizás tendríamos que extraer la conclusión de que algunos -espero que no sean muchos- intelectuales han hecho dejación de funciones.

Esta vez el tiro les salió por la culata, pues, después de seis meses de Gobierno en funciones y después de tanto teatro y de tantas mentiras, el pueblo estaba harto y ha tomado la valiente decisión de expresar en el voto su sentir, que no es otro que está hastiado de que se le ningunee y que no puede consentir ni autorizar, por muy legal que sea, que no se permita gobernar a quien él quiere que gobierne, así que, si no quieres taza, toma taza y media. Cada día que persiste el bloqueo, más aumenta el número de diputados de Rajoy en unas próximas elecciones.

Toca fin a este escrito y me viene a la cabeza una antigua y bella canción, cuya letra considero muy apropiada para la ocasión :"Yo me enamoré de noche, y la luna me engañó. Otra vez que me enamore será de día y con sol?".

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