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Mil palabras para una imagen

Atajos

Sobre drogas, analgésicos y la obsesión por hacer

Los médicos dicen que abusamos de analgésicos y antiinflamatorios. A la mínima, lingotazo. Dicen que pueden ser muy perjudiciales para el riñón o para el corazón. Yo iría más allá. Yo diría que, más allá de los efectos secundarios, el principal problema está en la mente.

Porque son atajos. Todo el mundo se echa las manos a la cabeza con las drogas (con las ilegales, las otras les dan igual), cuando son las dos caras de la misma moneda.

Estás impaciente por quitarte de encima un dolor leve o moderado (así lo dice el prospecto) y te metes un pastillazo. El dolor pasa y no notas los efectos secundarios. Y lo otro, estás impaciente por alcanzar el nirvana o la máxima agitación (según gustos, aquí no hay prospecto), pruebas con las sustancias y no notas los efectos secundarios. Hay otras formas, por ejemplo, de quitarte un dolor de cuello (masajes, ejercicios), pero llevan tiempo. Hay otras formas de alcazar el nirvana o la agitación (la meditación, el deporte extremo), pero requieren esfuerzo. Y nadie está por la labor.

Después está otro problema. El de no hacer. La gente va al médico y quiere una solucion rápida (es decir, un lingotazo). Esto, que es razonable en dolencias graves, en las leves o moderadas casi nunca lo es. Casi siempre es mejor darle tiempo al tiempo y esperar a que el organismo actúe por sí solo.

Pero el médico está entre la espada y la pared, porque si no te da nada y la enfermedad va a más o se agrava, lo acusarán de imprudente. En cambio, con lo contrario tiene las espaldas cubiertas. Te da el lingotazo para una dolencia de chiste tras otra y cuando te castigue el efecto secundario ya estará jubilado.

Es el problema del resultadismo inmediato. La paciencia es un valor a la baja. Y la no acción (necesaria por lo demás en algunos contextos), no digamos. Nunca oiremos a un médico decir "hemos hecho lo menos que hemos podido para que su organismo se fortaleciera y se curase por sí solo" porque lo colgarían por los pulgares. Pero la naturaleza tiene un ritmo y nosotros otro.Y ella siempre gana. Siempre.

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