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Noreña, soñar el futuro

Una Universidad Popular y una Casa de la Música como motores culturales del concejo más pequeño de Asturias

? que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son?

Calderón de la Barca

Sonreía Pedro Alonso contemplando su estatua al pensar que había cumplido su sueño. Hace 100 años su lema, "educación para todos", pretendía conseguir una mejoría de las condiciones de vida en la villa. Muchos después se han comprometido en la defensa de esta idea consiguiendo magníficos resultados. A él, testigo de la emigración americana de principios del siglo XX, le gusta especialmente recordar que en el año 2011 aquí no había ninguna persona menor de 80 años sin al menos estudios primarios.

A partir de finales de los sesenta eran muchos los padres que soñaban para sus hijos un futuro ligado a la Universidad y que hoy verían con satisfacción que al inicio del siglo XXI el concejo más pequeño estaba entre los que más titulados superiores tiene. Además, este porcentaje aún era mayor entre las mujeres. Así en el año 2011 residían en Noreña 335 titulados universitarios de grado medio y 210 con grado superior.

Mi sueño ha sido recurrente desde un día de octubre de 1972. Ese día, en el desaparecido salón parroquial lleno de noreñenses en respuesta a una convocatoria de la asociación cultural "Isla 13", el extraordinario cirujano cardiaco Fernando Alonso-Lej nos mostraba una de las primeras intervenciones cardiacas con cirugía extracorpórea para recambiar una válvula cardiaca. Realizada, cómo no, a Pepito, un vecino nuestro.

Con tantos elementos favorables y una localización geográfica privilegiada ¿por qué no podríamos albergar una Universidad Popular? Difundir ideas de progreso más allá del ámbito académico y poder escuchar opiniones verdaderamente relevantes e independientes podían ser una buena motivación para una sociedad que precisa definir sus nuevos objetivos.

A mi lado tienen otro sueño seguramente más sugerente. En él, personas de todas las edades caminan desde la Cruz en dirección al Truébano. Llevan partituras y un instrumento musical, no todos son noreñenses. Su destino es el patrimonio industrial rehabilitado como Casa de la Música. Hoy no hay concierto, pero sí ensayos, clases, estudio de nuevos proyectos, y todo el mundo participa de las actividades y se divierte.

Ya sabemos que no todos los sueños se cumplen, pero otros no lo tuvieron más fácil. Por el momento, los más jóvenes pueden nuevamente dar rienda a sus sueños futbolísticos en un campo renovado.

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