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El cogollu

Uría, Ríu, Valiente y Clotas

Dos visiones familiares de los sucesos de Infiesto de 1903

Casilda y Consuelo Ríu García son hijas de los ya fallecidos Eduardo Ríu y Consuelo García; nietas de Luz Uría García-San Miguel y de Enrique Ríu; y biznietas de Leonides García-San Miguel y del político Manuel Uría Uría. Con estos antecedentes, las dos herederas de una de las familias aristocráticas de Nava participaron en Piloña en la recreación de los denominados sucesos o tragedia de Infiesto, ocurrida el 30 de abril de 1903. Es historia conocida. Su bisabuelo Manuel Uría, aspirante a diputado liberal por el distrito de Infiesto, se presentaba frente al conservador José Ramón Gómez Arroyo. La frágil monarquía surgida de la Restauración con Alfonso XIII se sostenía sobre el caciquismo. Cánovas y Sagasta pactaban resultados electorales aunque en aquel abril de 1903 el sistema ya se resquebrajaba. Se consumó el pucherazo pero el aspirante liberal no aceptó el resultado y convocó la protesta de sus partidarios del orientes de Asturias. Tras las votaciones, la Junta de Escrutinio procedió al recuento para proclamar a Gómez Arroyo. Ante la que sospechaba tensa jornada, el gobernador había enviado a Infiesto a sesenta guardias civiles, 15 a caballo. Manuel Uría rechazó el recuento y arengó a sus partidarios, unos dosmil campesinos, a que se manifiesten ante el ayuntamiento piloñés para denunciar el amaño. En la pacífica marcha inicial se escuchó un disparo y se lanzaron piedras a la Guardia Civil. El capitán de la Benemérita ordenó disparar a la multitud y la protesta derivó en una masacre. Acribillados los campesinos, se provocaron 11 muertos y 50 heridos de bala. De Oviedo llegó un tren especial con médicos y enfermeras. Varias víctimas fallecieron en el hospital. El resultado político ya es conocido y ha querido ser recreado por quienes representaron aquel suceso a gritos de "no a los caciques". La necrofilia española no tiene cura. Recuperar la memoria falseada es un deber, pero insistir en rescatar cualquier episodio del pasado con dramatismo supone adentrarse en un laberinto en el que no todo es digno ni noble. Y algunos se esmeran en recuperar la memoria para tener siempre la razón.

Termino con el recuerdo de un amigo que siempre añadía una víctima más a aquel día. La violencia desatada fue de tal calibre que Dolores Valiente Prieto, abuela del inolvidable periodista Juan Ramón Pérez Las Clotas, murió de la emoción vivida. La madre de Armanda, Orosia, Oliva, Teresa y Manuel Las Clotas Valiente contemplaba la protesta desde el balcón de su casa en Infiesto y su corazón no lo resistió.

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