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La serliana

Se ve venir viniendo

La difícil situación en la que se encuentra el PSOE

Recientemente, el PSOE estuvo inmerso en un proceso de primarias que culminó con la victoria de Pedro Sánchez, circunstancia que le hace recuperar la secretaría general del partido tras su dimisión hace unos meses.

Hasta aquí, todo perfecto; cada organización, con sus imperfecciones, se organiza como quiere, puede o sabe. No obstante, a pesar del tratamiento mediático que recibió este proceso, no dejan de ser unas elecciones primarias, restringidas a 187.360 personas, que representan una insignificancia frente a los 36 millones que están llamados a votar en unas elecciones generales. Por tanto, pensar que la línea argumental avalada por 94.000 de esas 187.000 personas es la que satisface a la mayoría de los españoles me parece un error de cálculo importante.

Por otra parte, como el papel soporta cualquier análisis y las matemáticas ayudan, si mediante una regla de tres trasladamos los resultados del microcosmos del PSOE a la esfera nacional, e introducimos como elemento corrector los porcentajes de votos del proceso referido, tenemos que de cinco millones y medio de votos el PSOE sólo tendría asegurados dos millones y medio aproximadamente.

Menudo susto. El partido sufriría un colapso, la subvención estatal se reduciría a mínimos, el partido, como empleador, tendría que despedir a muchos trabajadores, se tendrían que vender inmuebles para hacer frente a las deudas, etc.

¿Piensan que es ciencia ficción? Puede que así sea.

Hagamos el esfuerzo de mover los Pirineos y asomémonos. El Partido Socialista galo, uno de los más potentes de siempre en Europa occidental, cierra por derribo. Ahora, después de un periodo de luchas intestinas, de un batacazo electoral, con giros y más giros, con Benoît Hamon, ganador de las primarias, cortejando con Jean Luc Mélenchon, de Francia Insumisa, los socialistas franceses asumen que tienen que pasar por un periodo de refundación y, mientras tanto, el reducido grupo parlamentario socialista en la Asamblea francesa se llamará Nueva Izquierda.

En fin, nada, a seguir; cuando dejamos de preocuparnos por las nóminas y las condiciones de trabajo pasa lo que pasa.

Pero lo de las barbas y el vecino no lo olviden.

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