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Cura de Arroes

Milagro en Arroes

Los esfuerzos del pueblo villaviciosino para rehabilitar la iglesia

A catorce kilómetros de Villaviciosa, en Arroes, viene ocurriendo todos los días, desde hace tiempo, un milagro. Uno de esos milagros nada espectaculares. De los que no atraen multitudes ni producen ese barato asombro de lo llamativo, pero uno de esos milagros que calan en quienes lo viven cada día y que cambian, si no es el panorama del mundo, sí el de un puñado de almas de ese mundo.

Es un milagro muy sencillo: un cura y la gente del pueblo de Arroes se han lanzado a la aventura de rehabilitar la iglesia parroquial. No es fácil en estos tiempos aburridos y egoístas meterse en obras en las parroquias rurales. Y en un tiempo en que todos hablamos de lo malo que está la vida, aunque hacemos poco por mejorarla, todo el pueblo y el cura han perdido el miedo y se han lanzado a recuperar una iglesia del siglo XVIII.

Si ustedes quieren pueden pasarse por Arroes para comprobarlo, y verán, por ejemplo, cómo los bancos están arreglados, los retablos limpios, restaurado el comulgatorio y un montón de cosas pequeñas, gracias a las manos y a la ayuda de los vecinos del pueblo. Porque la clave de este milagro popular es la colaboración de los vecinos.

Como es lógico, de momento, el cura lo pasa mal y los feligreses también, porque la reparación asciende a 50.000 euros. En septiembre empezaremos a poner el tejado, arreglar las sacristías, pintar la iglesia y, finalmente, el campanario. Así que no queda otra a este pueblo, con la ayuda de Dios, que hacer horas extraordinarias de imaginación y de coraje para que la gente colabore, y no se hunda el proyecto. Y es que en esta tierra de garbanzos nada se hace sin medios económicos. Yo ahora me limito a contar el milagro, y a recordar lo que decía Leo Buscaglia: "Mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños, harán cosas pequeñas que transformarán el mundo".

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