Dicen que la utopía es como la línea del horizonte que nunca se toca, aunque se navegue incansablemente para alcanzarla. Sus logros son el camino y el progreso conseguidos en el viaje. También puede haber resaca que deshaga el mar avanzado. La suma y la resta de este proceso da como resultado la historia de la humanidad. Somos, la marca local de Podemos, debe gestionar ahora sus votos para poner el barco rumbo al horizonte. Llegó la hora de pasar de fijar la ruta con lápiz en cartas de navegación a enfrentarse a las procelosas marejadas y a la calma chicha. Sus capitanes y marineros negocian estos días la constitución de gobiernos municipales con las mejores intenciones, sin duda, pero con algunos síntomas de peligrosa irrealidad que, al final, pueden llevarles al naufragio. Una cosa son las teorías y otra bien distinta discernir cómo hacerlas realidad. Para navegar hacia la utopia hay que remar y mojarse.
