La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

A contracorriente

El país de la fiesta

La visión que tienen los extranjeros de España y sus regiones

Sin duda, España es el país de la fiesta, del ambiente popular, del carácter abierto, del estilo diferente, de la buena vida? Lo dicen todos nuestros vecinos de aquí y de allá. Días pasados en el país vecino, Francia y en concreto en tierras normandas y bretonas, la gente al hablar de España se entusiasmaba. Observaba un país distinto, animado y con enorme potencial donde la fiesta y el divertimento siempre están presentes?

En mis diferentes viajes allende nuestras fronteras suelo hacer de embajador turístico y digo que España es un territorio estupendo, con gentes apasionadas, con una riqueza patrimonial enorme y una ética por el trabajo que asombra, además de unos horarios que muchos no comprenden pero que forman parte de nuestra idiosincrasia, hecho que los extranjeros cuando se dejan caer por estos lares lo entienden y lo disfrutan con ganas.

Es el país turístico por excelencia? sol, playas, gastronomía, lugares especiales, cultura total y placer cotidiano para todas las edades. Quizás Francia nos supere en turismo de calidad y afluencia. pero nada más? La tristeza perenne del francés se compensa con la alegría y la camaradería de los españoles, salvo casos concretos y puntuales. Y los gabachos lo dicen sin rubor: España es un país muy avanzado, habitable y con la estética de la bondad y el estilo por montera. En el extranjero nos quieren, nos respetan y hablan de nosotros con devoción. ¡Por algo será!

Todos tienen la sensación -los extranjeros- de ser un país bien organizado que ama la vida, que siente sus regiones como propias, que existe alegría por todas las esquinas y que contamos con una calidad humana que se refleja perfectamente en nuestras actuaciones. Todas esas circunstancias ofrecen una realidad palpable que los forasteros observan. Aquí sidra a raudales, allá vino por doquier, en el otro lado pinchos y pescaítos, más allá ensaimada, escalibada y butifarra, al fondo sur finos, manzanillas, jamón pata negra y buenos frutos de mar, al este paella, horchata, mojama y hueva, y en el epicentro excelentes cervezas de caña, tapas envidiables, culinaria de altura y chotis y verbenas con los mejores churros con chocolate del mundo, San Ginés, un ejemplo. Y sol, mucho sol. No es de extrañar que con esos mimbres y una ociosidad a prueba de bomba, España esté en el candelero de las guías y manuales turísticos de todo el planeta. Si incluimos el mundo deportivo y la actividad cultural, ¡apaga y vámonos! España es un buen país, sin duda, lo digo hasta la saciedad porque lo conozco y hay que seguir siendo un ejemplo de enclave abierto, altura de miras, apertura, personalidad y poder gastronómico. Es una lástima esos absurdos intentos de independencia por parte de algunos que rompen esa red total y mágica que representa nuestro ruedo ibérico. Y los desalmados corruptos que dejan con sus execrables acciones un país roto y desventurado. A parte de esos puntos negros, España vaga por el sendero de la calidad, se marca el interés turístico internacional con afluencias de visitantes que asustan, y la propia actividad económica en el sector servicios es envidiable, junto con el estilo de vida que sorprende a todos. Un bagaje estupendo agarrado lógicamente a las luces y las sombras, pero con sensaciones positivas que a fin de cuentas es lo importante para vender un país y lograr que los comentarios y los calificativos sean idóneos, persuasivos y atrayentes.

Compartir el artículo

stats