Que el empresariado asturiano ve las comarcas mineras como un territorio óptimo para invertir invita al optimismo. Moderado por la dureza de la crisis y sus graves consecuencias en las Cuencas, líderes en paro y en despoblamiento, en Asturias. Que la reducción a la mínima expresión de ayudas para la captación de iniciativas empresariales no sea vista como un inconveniente insalvable por el empresariado incita también a la esperanza. Estos denostados valles ofrecen, y así se reconoce, magníficas comunicaciones, mano de obra cualificada y, a través de la iniciativa de Hunosa, abundante suelo industrial a precios competitivos y con facilidades de financiación. Todo a favor, aunque sea sobre el papel y de palabra. Ahora habrá que ver si tanto buen propósito se transforma en impulso inversor para la implantación de nuevas empresas generadoras de empleo. No hay razones para dudar de la buena voluntad, hace falta que además se transforme en realidad.
