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A contracorriente

Festejo en San Mamés

El homenaje a Alfredo Fernández Lamuño

El caserío de San Mamés, en los altos de Blimea, vivió estos días una popular fiesta dedicada a "los escolinos" del pueblo y aprovechando ese momento se dedicó un sencillo homenaje a su paisano trasterrado en tierras mexicanas, Veracruz concretamente, Alfredo Fernández Lamuño. Jolgorio y amistad en un territorio donde la solidaridad y ese ánimo hospitalario están sujetos al carácter de sus gentes. Y en Casa José Luis, un bar tienda omnipresente en este barrio rural se celebró el encuentro animado donde las palabras sinceras y el ambiente popular dieron paso a un cenáculo afectivo y cargado de razón verdadera.

Casi todo el pueblo quiso estar presente en este festejo donde los escolares de antaño y uno de sus paisanos más queridos fueron el centro de una reunión que todos los años por estas fechas otoñales concita a un grupo notable de antiguos alumnos de las viejas escuelas del entorno. Entre buenas viandas, camaradería y ambiente, los contertulios de San Mamés dieron buena cuenta de una velada para el recuerdo y la remembranza. Una vez al año y ya son muchos, veteranos escolares y familia se reúnen en perfecta convivencia para engarzar antañonas vivencias de un pasado que se antoja lejano pero que sirve para repasar evocaciones y reminiscencias de otro tiempo que no volverá. Fiesta, parlamento y diversión. Tres palabras unidas por la feliz convivencia de un pueblo trabajador y abierto que según palabras de Mario Cantora organizador de este acto popular "sirve para reencontrarnos y participar por unas horas de amistad y mucha memoria casi olvidada".

Entre festejo y bulla, el homenajeado Alfredo Fernández Lamuño, empresario hotelero y también viejo escolar de la zona, se mostró emocionado por la respuesta de sus paisanos y animó a todos a perseverar en esa actitud de unidad, afecto y entendimiento, circunstancias que a juicio de Lamuño hacen pueblo y son motivo de progreso y acción cívica.

San Mamés, con esta velada popular vivió uno de los momentos más sentidos del año, ahora toca la fiesta culinaria de los nabos y más tarde su patrón excelso Santo Antón. Festejo, trabajo, entusiasmo y confraternidad para un pueblo que siempre buscó sus raíces en la labor unitaria y participativa. Una lección que está grabada a fuego en la memoria colectiva de este caserío de los altos de San Martín del Rey Aurelio ya en los límites con Laviana.

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