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Obituario

Efraín Canella, el oráculo certero

La pérdida de uno de los estudiosos de la historia y la cultura de Laviana y de Asturias

El estilo y la forma de ser de las personas se demuestran por la presencia, el comportamiento social y los gestos? Y Efraín Canella representaba el caballero con todas las letras en mayúscula. Su vida intensa estuvo sujeta siempre a la palabra, al trabajo, a la familia, a la cultura y al servicio a los demás?

Desde su Matanzas natal, en la isla de Cuba, hasta su llegada a Pola de Laviana -territorio de sus ancestros- en plena juventud, su trayectoria estuvo marcada por el esfuerzo, el ánimo, la defensa de algunos amigos presos políticos en la Cuba de la revolución, el estudio a fondo de su concejo, de sus hombres ilustres, de su rica historia. Su mente privilegiada y su conocimiento referido al universo local lo convirtieron en un cronista de altura, en un vocero singular de la realidad doméstica sin olvidar nunca su pasión por la tierra nutricia, aquella de los viejos palmerales, los mangos, el sol vespertino, los cantos de la tarde con los sinsontes acariciando con su vuelo el manto verde y forestal de su hacienda cafetal y caribeña.

Efraín Canella era todo un renacentista con su particularidad mitad cubana mitad asturiana, un sabio tranquilo, una persona llena de bondad y esa realidad se reflejaba en su estado de ánimo, en su cotidianidad. Días pasados ofreció en la sede social de La Pegarata una charla amistosa donde analizaba sus años en Cuba y su llegada a Laviana, en los años cincuenta. Sus palabras amenas, descriptivas, directas y cargadas de razón sentimental cautivaron a la audiencia. Todavía mantenía el son cubano en sus labios, esa manera de hablar tan antillana, esa pose tan gallarda, ese manejo del lenguaje tan peculiar.

Hace unos días, de manera repentina y súbita se sintió indispuesto, y sus años casi eternos se tornaron en una muerte sosegada. La tristeza y la impotencia se adueñaron de su entorno familiar, tan querido para él, de su concejo del alma y de sus innumerables amigos y conocidos. La voz sentida y musical de Efraín Canella se apagó para siempre en unos segundos traidores, en un momento destinado a trabajar, como todos los días, en su despacho, la historia de aquí y de allá, cuando su mente despierta se encontraba en unos niveles de lucidez que sorprendían, cuando su poesía visual y mágica más lo necesitaba, cuando las musas no le daban tregua a su infinita producción cultural.

Laviana le debe mucho a este hombre gentil, a este caro amigo, a este entusiasta de su terruño, a este propagador de emociones y sensibilidades. Sus memorias, sus descripciones, sus anales, sus crónicas, su protohistoria, sus relatos y sus leyendas están ahí a la vista de todos. Pura esencia histórica. El himno de Laviana, el himno del Real Titánico, la poesía en La Aldea Perdida, su puesta en escena del beisbol en Asturias, su canto a la ilusión popular. Efraín Canella era la voz de la conciencia, la palabra adecuada y la orientación sincera. Un oráculo acertado para muchos de nosotros.

Hace unos días se apartó de este mundo el activo Víctor Mayo, ahora el bueno de Efraín Canella, dos referentes de la idiosincrasia local que marcaban horarios y daban vida a su pueblo. Con su marcha a ese olimpo sagrado, Laviana y su alfoz quedan en franca orfandad y desaparece ese signo de sapiencia, ánimo, afecto y compostura tan necesitados en estos tiempos de duda e incertidumbre. Efraín Canella ya está ubicado en ese rincón de gloria y chipé, en ese espacio lejano donde van las personas apacibles, indulgentes y magnánimas. Allí se encontrará con José Martí, Armando Palacio Valdés, Fray Zeferino González, Maximiliano Arboleya, Fray Francisco J. Valdés, el Sargento Viesca y tantos otros próceres de larga amistad y parlamento, siempre apoyado en su poesía viva y natural. "Nací donde los sinsontes / acarician sus violines / y ligeros tomeguines / alborotan en los montes. Son claros los horizontes, / se asoman a las ventanas / como flores muy galanas / las guajiras del bohío, / fulgura gracioso el río / bautizando las sabanas". Sus nietos Pedro y Almudena en sus exequias fúnebres ensalzaron la bondad de su querido abuelo. Sólo faltó la vieja trova cubana: El Manisero. Hasta luego amigo.

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