La teoría del caos es un sistema de organización. Incluso de la vida política. Que se lo digan a los italianos, que han hecho del caos una forma de vida, en la que la sociedad civil cubre las carencias de sus gobiernos. El gigante de ventas Amazon, en su gran almacén de Madrid, aplica el caos para ordenar sus productos y agilizar su localización y entrega a los compradores. Las existencias permanecen mezcladas. No están agrupados los lápices, las televisores o las prendas de vestir. Este orden alargaría su localización. El "totum revolutum" en cada parcela, en las que hay un poco de todo, facilita cerrar rápido los pedidos. Pero el revoltijo no está dejado al azar. Los algoritmos establecen el orden dentro del caos. Éste es el secreto. Hay que encontrar la fórmula -matemática o social (al estilo italiano)- para digerir los resultados de las elecciones generales y conseguir que el caos político se convierta en un orden a la española. Casi nada.
