Hemos dado un nuevo paso anual y estamos frente al 2016 con el ansia de que los renovados aires traigan un viento fresco positivo ante la disyuntiva de la larga cola de una crisis que aún afecta a elementos básicos de la convivencia humana en zonas, donde se unen los efectos de desbarajuste económico general con el personal y propio del lugar. Y uno de esos aspectos vitales se refiere a la cacareada sanidad pública, pieza preferida y manoseada en la reciente campaña electoral de los comicios del pasado veinte de diciembre. ¿Qué se puede añadir a eso?.

De principio quede claro que este reportaje parte del convencimiento pleno de que existen importantes flecos del conjunto aún sin cubrir en toda su extensión y que de la propia crisis socioeconómica se derivaron, al menos, medidas de contención e incluso de recortes que están afectando a determinados colectivos y departamentos, tanto del nivel primario como del hospitalario. Pero no se puede negar que, contra vientos y marea, Mieres tiene un hospital en la Vega de Santullano, donde, los más pesimistas vaticinaban todo un batiburrillo del conjunto urbanístico, dada la proliferación del complejo habitable más el añadido de varias edificaciones y servicios de importancia. Sin embargo ahí está todo el montaje, funcionando a plenitud, dentro de las carencias ya expuestas y, por fortuna, con la reciente incorporación del servicio hospitalario de diálisis. Por lo tanto el intento del presente trabajo informativo va tras el deseo de dejar constancia de la importante transformación que los últimos sesenta o setenta años trajo para Mieres y su área de acción comarcal.

Si los datos recogidos, oficiales algunos, oficiosos otros, responden a la realidad, esta casi gigantesca operación se inició a principios de la década de los cincuenta del siglo pasado, con la construcción del entonces determinado ambulatorio de la calle Caballeros de España, (hoy Pérez de Ayala), ya que de entonces solo funcionaba el centro, un tanto peculiar, ubicado en el lateral de la entonces Casa de España, actualmente residencia de Personas Mayores "Valle del Caudal" de la calle Doce de Octubre y el Centro Antituberculosis de la actual Alfonso Camín.

Casi al unísono y ante la necesidad de una población comarcal que superaba los cien mil habitantes, apareció en el mapa sanitario la Residencia "Enrique Cangas" (denominación que correspondía a un conocido político falangista de Villaviciosa) y que fue a situarse en el montículo frente a la barriada de Murias, siendo su primer director Gumersindo Ramos. Y allí estuvo todo un periplo que hubo de superar varios escollos, dadas la peculiaridades del suelo y el fuerte trajín que mantenía, siendo el más importante el que, según crónicas, protagonizó su director por entonces, Ramón Menéndez, al ser portavoz del Principado, ante los poderes del INSALUD, organismo centralizado en Madrid dependiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Por lo visto, a la altura de comienzos del los ochenta, entre las fuerzas públicas de la zona, ya en los albores de la actual democracia, prevalecía la reivindicación de que se imponía construir un nuevo hospital, para el que se señalaban varios puntos de ubicación, como la vega de Figaredo, la de Cardeo, la zona donde más tarde se levantó el polígono de Baíña, el de Reicastro, e incluso, fuera del mapa municipal, el de Villallana perteneciente a Lena.

Allá fue nuestro embajador a la sede sanitaria madrileña con el mensaje y poco más o menos el tira ya afloja entre Ramón Menéndez y los dirigentes centralistas, dio como resultado el siguiente balance: "Así que solicitan ustedes un nuevo hospital. Pues pónganse a la cola que hay un montón de localidades españolas como la suya, e incluyo de mayor envergadura, a la espera de un centro hospitalario". El caso es que nuestro director talmente parece que llevaba otra bala en la recámara: "Y? ¿si se refiere a una reforma y actualización total del que tenemos ahora?". La respuesta fue, poco más o menos que tajante: "Mañana mismo". Y así fue como el entonces ministro de sanidad el tristemente desaparecido por arte de ETA, Enerst Lluch, vino, en 1986, a inaugurar la nueva cara del hospital ya bajo la denominación de "Alvarez Buylla", médico otorrino, que había ejercido en él, siendo también el primer alcalde de la era democrática y dejando santo y seña de su personalidad. Posteriormente, a la altura de 2002, sufrió otra remodelación de menor enver-gadura.

El ambulatorio de la ya Pérez de Ayala siguió prestando servicios de medicina primaria pero también especializada en plan, tal como se le conocía, ambulatoria, hasta que se pudo en marcha, allá por el 2002, cuando la competencia sanitaria pasó al Principado bajo el mando del Sespa la red de centros de salud, quedando, como tal para la zona norte de la villa, mientras que el ubicado en la plaza de Sindicatos Mineros (antigua Escuela de Peritos), lo hace para la parte sur, a los que se unen ya las principales poblaciones mierenses como Turón -con varios dispensarios a la espera de un centro en el antiguo colegio de La Salle- el de Figaredo, y ya como puros dispensarios Ujo, Santa Cruz, Santullano, Ablaña y La Pereda, a los que se une, en plena villa de Teodoro Cuesta, calle Martínez de Vega, el Centro de Salud Mental, con Unidad de Tratamiento de Toxicomanías incorporado, parcela en la que anteriormente estuvo ubicado el sanatorio de la Cruz Roja.

Novedad de primer orden fue la existencia, en cierto periodo de su vida, de la Escuela de Enfermeras de Murias, con un total de cinco promociones, nacida bajo la batuta del entonces director del hospital Fernández Tresguerres.

Y ahora, tras esta exposición y certeza de que, pese a las conocidas dificultades que, dicho sea de paso, se verán afectadas hacia el lado negativo, como consecuencia de la falta de aprobación del nuevo presupuesto general del Principado de Asturias, el mapa sanitario de Mieres presenta un aceptable balance, queda un interrogante flotando en el aire: ¿Qué será de las viejas y prácticamente vacías dependencias del recordado hospital de Murias?. Una incógnita que, de momento, flota en el aire?